La universidad pública está sufriendo una clara degradación, desde el momento en que ha empezado a otorgar cátedras a personas que no tienen ninguna titulación académica reglada, algo que sin lugar a duda alguna afecta de modo muy negativo a la calidad de la enseñanza que se ha de impartir a los alumnos, a la formación de los estudiantes y a la reputación de la propia institución académica.
Para evitar estos efectos tan perniciosos, es esencial que las universidades sigan teniendo establecidos procesos de selección rigurosos, a la vez que transparentes, de modo que se pueda asegurar que el personal docente cumpla con los necesarios estándares académicos y profesionales.
Viene esto a cuento por la polémica que se ha generado, tras la decisión de la Universidad Complutense de Madrid, de otorgar una cátedra a la mujer del presidente del gobierno, Begoña Gómez, que, por lo que he visto, no tiene ningún título académico oficial, ni ninguna experiencia en el ámbito de la formación.
Tras unas sospechosas y oscuras decisiones, Begoña Gómez, que, sin ningún título académico reconocido oficialmente, sólo tenía alguna experiencia en el campo del marketing y la cooperación internacional, fue nombrada directora del Centro de Estudios Africanos de la Complutense, con una total falta de transparencia en el proceso de selección y sin valorar que no tenía ninguna calificación académica para el puesto. Quienes la nombraron, argumentaron que tenía experiencia en el ámbito de la cooperación internacional y que su trayectoria profesional era mas que suficiente para su nombramiento.
O lo que es lo mismo, se dijo de modo manifiesto que, contrariamente a las reglas que existen en todas las Universidades, Begoña Gómez no necesitaba de ninguna titulación académica específica y que solo bastaban sus habilidades prácticas en el campo de la cooperación. Es por tanto más que evidente que ha existido un claro caso de nepotismo, desde el momento en que sólo por su posición y por estar casada con quien estaba, por aspectos claramente políticos, se le concedió el nombramiento.
Es evidente que la reputación de la Universidad ha quedado muy dañada y han quedado sembradas toda serie de dudas sobre la transparencia y la equidad en el proceso de contratación, habiendo aparecido muchas brechas y grandes debilidades en el sistema de selección del personal académico de la universidad, ya que como era necesario, no se han tenido en cuenta las regulaciones y normativas existentes, ni los requisitos y las calificaciones académicas precisas, así como la experiencia profesional, para ser titular de una cátedra.
Tras esta polémica que ha provocado este irregular e inusual nombramiento, se hace necesaria la importancia de cumplir con los procedimientos reglados, para de ese modo, mantener la integridad institucional. Podría provecharse también la oportunidad para proponer reformas que aseguren que los nombramientos en el ámbito universitario sean transparentes y sólo basados en méritos claramente definidos. Los mecanismos de supervisión han de ser muy estrictos, para asegurar todo esto. Las instituciones educativas, al igual que el ámbito judicial, en modo alguno pueden estar sometidas a los intereses políticos de los gobernantes de turno.
Como conclusión podría decir que este anormal otorgamiento de una cátedra a la esposa del presidente del gobierno, sin ninguna titulación académica formal en el área correspondiente, y sin ninguna experiencia académica, ha generado una gran controversia sobre la transparencia y por la meritocracia en la contratación del personal académico. Se necesitan procesos de selección rigurosos y transparentes, en el ámbito de las universidades públicas para de este modo, asegurar la confianza en las instituciones y para mantener la calidad educativa.