Tras mi prejubilación, hace ya bastante tiempo, y después de haber colaborado como voluntario en dos ONGS, desde hace ahora diez años, me incorporé a la organización de Secot (seniors españoles para la cooperación técnica), que es una asociación formada por directivos de empresa jubilados y prejubilados. En esta organización, nos estamos moviendo de modo continuado, para que se oiga la voz de los seniors y para que se nos valore adecuadamente, dada la importancia que el colectivo senior tiene en el tejido social de nuestro país.
Los seniors de Secot, tras nuestra jubilación o prejubilación, en la mayor parte de los casos obligada, queremos seguir estando activos y pretendemos ser útiles a la sociedad en la que vivimos, practicando el voluntariado social. Entre nuestras actividades está el asesoramiento a jóvenes emprendedores que desean poner en marcha un negocio y también ofrecemos nuestra colaboración, tanto a la Universidad de Oviedo, como a los Centros de Formación Profesional, para ayudar a los alumnos en la transición al mundo de la empresa, cuando finalizan sus estudios. Últimamente, a nuestras actividades hemos incorporado charlas y talleres en Centros Sociales y Residencias de personas mayores, para tratar de reducir la importante brecha digital que padecen.
Añadidamente a esto, para estar al día, nos reciclamos de modo continuado en nuestros conocimientos académicos anteriores y también, de modo muy activo, nos formamos para tener amplios conocimientos de las herramientas que nos proporcionan las nuevas tecnologías. Llegamos al extremo incluso que, algunos de nosotros, tras haber salido de la universidad hace muchos años, hemos vuelto a ella para licenciarnos o graduarnos en materias que nos interesan.
La mayor parte de nosotros, hemos vivido esa cruda realidad de la sociedad actual, en la que, a partir de los 55 años, aun cuando éramos directivos de empresa con plenas capacidades, fuimos expulsados del mundo laboral, ignorándose nuestra experiencia y nuestros conocimientos, algo que como se demuestra, eran conocimientos muy útiles para el tejido empresarial.
Al tiempo que este talento senior se expulsa de las empresas a edades muy tempranas, llega una generación joven bien preparada en nuevas tecnologías. El problema es que, con unas tasas de natalidad extremadamente bajas, la pirámide de la población va cambiando y en las empresas, ciertamente hay jóvenes con talento tecnológico, pero falta de modo manifiesto, ese otro talento que tiene altas capacidades de gestión y gran experiencia empresarial, como es la de los seniors que han sido excluidos del mundo laboral.
Parece muy claro que el talento sénior, más allá de tecnologías, puede ser muy importante para resolver muchos problemas de las empresas y también de la propia sociedad y por ello es a todas luces necesario que los poderes del estado legislen y regulen la situación de este colectivo que, por su experiencia, puede aportar mucho a nuestra sociedad.
No es bueno que se deje a un lado al colectivo sénior jubilado, de modo tan temprano y es necesaria una profunda reflexión. Es necesario que se cuente con estas personas tanto para que sigan en sus actividades en las empresas, como para que aporten sus conocimientos y experiencia en el mundo del voluntariado, como hacemos en Secot. Siempre que se habla de este mundo sénior se dice que alguien tiene que hacer algo, pero nosotros, en Secot, decimos que hay que empezar por uno mismo para elegir el camino que queremos seguir y para ofrecérselo a la sociedad.
Una vez tomada esta decisión, con todas las limitaciones y obstáculos que encontramos en las instituciones, que miran a otro lado o sencillamente nos ignoran, tratamos de mover voluntades tanto en el ámbito político como en el empresarial, para conseguir que empiecen a contar más con nosotros que, de modo totalmente altruista, queremos aportar nuestra experiencia a la sociedad en la que vivimos.
Esperemos que alguien escuche nuestras inquietudes y se ponga manos a la obra.