En la asociación a la que pertenezco, Secot, venimos impartiendo talleres y charlas continuadas en diferentes Centros Sociales y Residencias de personas mayores, para tratar de aumentar la formación y reducir la brecha digital que padecen muchas personas mayores que, de modo reiterado, están sufriendo edadismo” o discriminación, desde el momento en que se les condiciona el acceso a muchos servicios esenciales y por ello, vulnera sus derechos de modo manifiesto. De modo concreto, estas personas mayores se encuentran con muchos problemas para realizar gestiones con las administraciones públicas, con bancos y con otras entidades.
La exclusión digital de muchas de estas personas, se produce por su falta de conocimientos en las nuevas tecnologías, ya que no han tenido y no tienen formación en el uso de internet, en aplicaciones informáticas y en dispositivos electrónicos modernos. Además de la brecha digital que provoca no tener internet en sus casas, ni tampoco tener dispositivos adecuados, como ordenadores, tabletas o teléfonos modernos.
Además de todos los problemas reseñados, estas personas tienen mucha desconfianza en las tecnologías y ello provoca que sientan miedo a cometer errores, a perder información importante para ellos o a sufrir estafas en la red. Por si esto fuere poco, además, muchas páginas webs y aplicaciones, son difícilmente accesibles para personas que padecen problemas de visión, movilidad reducida o escasa destreza manual.
Y en este estado de cosas, las personas mayores sufren el edadismo que genera la eliminación o la reducción de la atención presencial en las administraciones públicas, en entidades bancarias o en compañías de seguros, que van cerrando oficinas y van reduciendo o eliminando la posibilidad de que sean atendidas personalmente en las ventanillas.
Muchas veces, cuando una de estas personas que no tiene habilidades digitales o no tiene internet para realizar trámites telemáticos, es obligada a realizar solicitudes de citas previas, sólo online y aunque también pueda solicitar la cita presencialmente, se va a ver obligada a sufrir largar esperas y trámites burocráticos, ya que las pocas oficinas abiertas están saturadas, lo que obliga a los mayores a esperar horas o días para ser atendidos. Además de esto, los funcionarios o empleados, no están especializados y no siempre van a estar capacitados para ayudar a estas personas.
Las barreras que provoca el cierre de sucursales bancarias, obligan a los mayores a desplazarse mas lejos para encontrar atención presencial y, aun así, van a tener problemas para realizar transferencias, consultar sus saldos o sacar dinero en ventanilla, algo que les va a obligar a usar cajeros automáticos, en los que también van a tener problemas generados por las dificultades que van a encontrar en las pantallas táctiles, al no recordar los procedimientos que han de seguir.
Si nos referimos a las administraciones públicas, las personas mayores también se van a encontrar con muchos problemas derivados de la exigencia de certificados digitales para realizar trámites, certificados que ellos desconocen. Las dificultades además las van a encontrar cuando acceden a páginas web muy poco intuitivas y con un lenguaje técnico que va a dificultar su uso o cuando recurren a solicitar cosas telefónicamente y se van a encontrar con líneas colapsadas o con largos tiempos de espera.
La conclusión por tanto es muy clara: El edadismo digital agrava la discriminación de los mayores, al excluirlos de servicios esenciales, algo que habría de combatirse con políticas públicas que faciliten la atención adecuada, con más alternativas presenciales y con una mayor formación en competencias digitales, área esta en la que los miembros de Secot estamos muy activos para arrimar el hombre y poder ayudarlos en este difícil problema.