Voy a reflexionar sobre el problema de mirar para otro lado. En el periodo de entreguerras vivimos el problema de sistemas totalitarios como el nacismo, el fascismo o el socialismo, lo que mas tarde provocó el estallido de la segunda guerra mundial y en consecuencia el genocidio de millones de personas.
Tras la derrota del tercer Reich, Europa se enfrentó a una pregunta. ¿Cómo fue posible que una población tan culta como la alemana permitiera pasivamente semejante barbarie? Los juicios de Nuremberg demostraron algo más profundo, como la banalidad del mal. Es decir, el mal no siempre se presenta con un rostro monstruoso, sino a menudo disfrazado de obediencia, de burocracia, de silencio,
Hoy en España vivimos en un momento que creo merece ser analizado en un mismo prisma. Un gobierno que legisla por decreto, que reforma el código penal a su medida, que coloniza el poder judicial, que infiltra en la fiscalía a los suyos, y a sus fiscales en el corazón de la judicatura, que fomenta y premia la corrupción política con indultos y amnistías. ¿Esto puede considerarse democracia? ¿es la democracia que nos hemos dado? Se trata de un vaciado progresivo del estado de derecho, pero lo mas alarmante no es la acción del poder, sino la inacción de cada uno de nosotros.
Los pueblos no caen en el totalitarismo de un día para otro, sino que son llevados suavemente, pasito a pasito, suave, suavecito, mediante una secuencia de justificaciones totalitarias por la paz social. Que, si es por la convivencia, por la igualdad, por la inclusión social o por el medio ambiente, y así se va normalizando todo, se va legalizando lo ilegal y se reprime al disidente, no con violencia visible sino con censura, con control de todo, y finalmente imponiendo todo en el BOE.
Y mientras tanto, la gran parte de la ciudadanía está calladita, consiente e incluso a veces aplaude que denigren a esos vecinos suyos que les iba mejor que a ellos y ahora les va peor. Y hoy en España, no pensar y por tanto no actuar, es una forma de colaborar con la destrucción de nuestras instituciones democráticas y de la vida que les espera a nuestros hijos. La historia nos enseñó lo que ocurre cuando el poder se desboca y los demás callamos.
Tras la catástrofe de Nuremberg se juzgó a los responsables. Y hoy ¿Dónde están nuestros límites? Cada día nos levantamos con un nuevo escándalo y el gobierno y los que lo apoyan, ya no se inmutan. Pero es que no hay ni un solo diputado socialista, del PNV, de Sumar, de Ezquerra, de Coalición Canaria, de Junts o del BNG, ¿ni uno solo que se avergüence de pertenecer a una banda de gánsteres? Es que ni uno solo.
Hoy en día, la política ya no está formada por personas que buscan el bien común, sino que generalmente está compuesta por personas que sólo persiguen su propio interés personal. El votante quiere beneficios sin costes. El burócrata quiere maximizar su poder y el político quiere ser reelegido y los nuestros de hoy quieren ser reelegidos a toda costa, llevándose por delante lo que sea y a quien sea y el problema surge cuando el diseño institucional lo permite. Permite que esta gente se imponga sin contrapesos. Y esto es lo que exactamente ocurre hoy en España. La elite política ha convertido el poder total en un fin en si mismo.
En la política se cambian favores por votos. Los peores llegan al poder, porque los mejores no desean ejercerlo. La mayoría de los votantes no se han dado cuenta de que han votado a su propia servidumbre. Así que abramos nuestras conciencias y empecemos a protestar, porque el precio de mirar para otro lado es muy caro.
¿estás de acuerdo? ¿tu que piensas?