Refrán popular: “educación, indumentaria y buenos modales abren puertas principales”
Hay unas reglas universales que imponen a cualquier ciudadano, un saber estar y unas reglas de etiqueta comúnmente aceptadas. Por norma general, todas las instituciones democráticas del mundo, consideran las normas de conducta y de vestir, como una manera de fortalecer el procedimiento institucional, el protocolo y las normas de etiqueta pública. En lo que se refiere a nuestras Cámaras parlamentarias, hay una normativa que establece lo que llama “criterios mínimos, pero claros, de respeto”. Esta normativa exige a los funcionarios que lleven corbata cuando estén en actos oficiales y que los ujieres guarden la debida uniformidad y mantengan una imagen personal digna, pulcra y diligente. Si nos referimos a las mujeres, las reglas de protocolo habituales para los actos oficiales, dicen que deben de estar bien vestidas, pero sin llamar la atención, no estando ni sexys ni sobrevestidas.
A mi juicio, la vestimenta apropiada en cada momento, es una muestra de respeto al ciudadano y, sin duda, el Congreso de los Diputados y el Senado, con todo lo que representan, bien merecen algo mas que algunos vistan unos pantalones tejanos, una sudadera, una camisa arremangada, o incluso que un ministro de universidades porte una camiseta negra, que más parece un pijama.
Por lo que podemos ver ahora, atrás han quedado los tiempos en el que los diputados y senadores de todos los partidos políticos, sin excepción, acudían a las cámaras parlamentarias, vestidos con traje y corbata, o las mujeres bien vestidas, adaptando su vestimenta al contexto, como debiera de ser. Cada profesión, cada organización o cada persona, son distintas, pero hay unos puntos comunes para ir bien vestido y que cada uno se muestre con su propio estilo, pero transmitiendo una imagen personal y política fiable. La indumentaria adecuada, paso a paso, en el ámbito político está tendiendo hacia la vulgaridad al tiempo que se están relajando las necesarias normas de etiqueta social.
Da la impresión de qué a esos diputados emergentes y algún nuevo ministro, que se sientan en los escaños parlamentarios y en las instituciones públicas, les trae sin cuidado el decoro, la estética y los usos comúnmente aceptados. Les da igual que en todas las instituciones democráticas del mundo, se consideren las normas de conducta y de etiqueta, como una manera de fortalecer la dignidad institucional. Ignoran por ejemplo que el Parlamento italiano impidió el acceso a un diputado del MVR porque no llevaba corbata. O las normas del parlamento de la India, que no permiten penetrar en el recinto parlamentario con la chaqueta en el brazo. O la Asamblea Nacional americana que dijo: “llegar a la Asamblea Nacional vestido con tanto desorden, resulta una muestra de improvisación, dejadez e indiferencia para quienes tienen la tarea de crear las leyes que van a regular el comportamiento de nuestra sociedad”.
Me resulta muy difícil de digerir, lo que hoy en día está ocurriendo en nuestro parlamento y por ello termino diciendo que la indumentaria en el parlamento es la tarjeta de visita del diputado o senador y que si quiere que los ciudadanos lo respeten, deberían de vestirse respetuosamente.