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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

FALTA DE ETICA POLÍTICA

Hace ya algún tiempo, escribí un artículo, en el que argumentaba que nuestra democracia se había degradado, dando un manifiesto giro hacia la politocracia y la partitocracia. Hoy, pese a la pandemia y la brutal crisis económica que estamos padeciendo, esos politócratas, que sólo piensan en sus intereses personales y de partido, no hacen más que llenarse la boca con frases grandilocuentes, hablándonos de política social, de derechos sociales, de derechos de la clase trabajadora, de ayudas de todo tipo para, como dicen ellos, evitar que nadie se quede atrás, pero en realidad, a mi juicio, su comportamiento adolece de la más elemental ética política.

Cómo puede entender un ciudadano de a pie necesite una cotización continuada de 37 años, a la Seguridad Social, para poder percibir su pensión de jubilación completa, mientras que un diputado o senador le basten tan sólo siete años cotizados para alcanzar la pensión máxima, o que un miembro del Gobierno, sólo por el hecho de jurar su cargo, aunque esté sólo unos días en el ministerio, ya alcance el derecho a recibir la pensión máxima. Pero, es qué, además, exministros, ex secretarios de estado y otros altos cargos políticos, tras su cese, sigan percibiendo de modo vitalicio el 80% de su sueldo. O que los diputados y senadores, cuando cesan de sus cargos, durante 18 meses sigan percibiendo el 80% de su salario. ¿dónde está la ética de los políticos, para aceptar y consentir tamaña desigualdad?

Cómo se puede entender que mas de la mitad de la población española sea mileurista, mientras el sueldo anual de un Diputado o Senador es de 68.642€, a los que hay que sumar dietas y otros gastos de representación, que llevan a que en su bolsillo entren anualmente unos ingresos de casi 110.000€. O bajando en la escala política, que el sueldo, por ejemplo, de un concejal de festejos de una pequeña ciudad, llegue a mas de 3.000€, aun cuando sólo pase por el Ayuntamiento tres horas al día. Pero es que, además, añadidamente a esos privilegios, los diputados y senadores, por si fuere poco, son los únicos ciudadanos que no pagan IRPF por el 40% de su sueldo.

Cómo se puede aceptar que un médico de un hospital, un profesor o un técnico de la Administración que consiguió su plaza por oposición, tengan un salario muy inferior a ese concejal de festejos que, en muchos de los casos, ni tan siquiera tiene formación académica superior al bachillerato. Se da la circunstancia además que, mientras ese médico o profesor, las está pasando canutas por toda la problemática que generó el Covid, el concejal ya ni siquiera aparece por el Ayuntamiento porque, hipotéticamente, está teletrabajando.

Cómo se puede entender que, mientras muchos trabajadores pierden sus empleos, mientras muchos autónomos tienen que cerrar sus negocios,  mientras se dice que no hay dinero para contratar a mas médicos o profesores, los políticos siguen manteniendo sus retribuciones o incluso incrementándolas, estableciendo los porcentajes de incremento que ellos mismos marcan al inicio de sus legislaturas, y que, ahora, para frenar el gasto público, no tengan la decencia de reducir sus emolumentos, ya de por sí desproporcionados.

Cómo se puede entender que, en las diferentes administraciones públicas, haya masas ingentes de asesores (mas bien amiguetes a sueldo), con unas retribuciones que ya quisieran para sí los distintos técnicos cualificados de la administración, que aprobaron una dura oposición.  No es de recibo que el mas bajo de los funcionarios tenga que superar una oposición para conseguir su plaza y por el contrario, a los políticos y a los asesores que ellos nombran, no se les exija superar la más mínima prueba de capacitación para ejercer la función que se les encomienda.

Muchos ciudadanos, tras la pandemia y la brutal crisis económica que estamos padeciendo, tienen que apretarse el cinturón para poder vivir y, aun así, muchos de ellos tienen que pasar hambre o recurrir a la solidaridad de las Ongs. Y en este estado de cosas, los políticos siguen gozando de lujosos coches oficiales, chóferes a su disposición, viajes en bussines class, suculentas comidas en los mejores restaurantes, visas oro, regalitos varios y prebendas de todo tipo.

Y como el brutal déficit público sigue creciendo a pasos agigantados, en vez de rebajar sus privilegios, lo que pretenden los politócratas es incrementar los impuestos que han de pagar los ciudadanos, olvidando que ellos son los primeros que deberían de reducir ese déficit, eliminando sus privilegios y prebendas. Suelen dirigirse también a los medios de comunicación diciendo que el incremento de los salarios de los funcionarios son un coste para el bolsillo de los ciudadanos, pero para nada hablan de los enormes ingresos que ellos tienen y que pagamos todos los ciudadanos.

Por favor, señores politócratas y partitócratas, dejen de pensar en sus propios intereses personales o de partido, imprégnense de la necesaria ética y decencia política y empiecen a pensar de verdad en los ciudadanos que somos los que pagamos todos sus privilegios. ¿será mucho pedir?

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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