Hace ya un tiempo, escribí un artículo con este mismo título, en el que hablaba de la retirada de la circulación en 2016, de los billetes de 500€. Las agencias tributarias y las policías europeas, venían detectando que estos billetes se estaban utilizando para actividades delictivas, fraude fiscal, blanqueo de capitales y delincuencia organizada. (estos billetes eran los preferidos por los traficantes de drogas y armas, así como las organizaciones delictivas para el blanqueo de dinero).
Sólo seis años después de la retirada de este billete, empezamos a ver datos significativos, que apuntan al fin próximo de otros billetes y más adelante del dinero en efectivo. Por ejemplo, es un hecho que entre los billetes de 200 y de 100€, conforme a los últimos datos, se han retirado 38 millones de unidades, lo que significa que las entidades financieras que operan en nuestro país, han entregado al Banco de España, más billetes de los que ha puesto en circulación. En definitiva, ya es incuestionable que en los últimos años se ha consolidado una tendencia a la baja en el número de billetes de cualquier valor, produciéndose un descenso progresivo de los billetes en circulación.
Y por si fuere poco, en este momento, el Banco Central Europeo ya está proponiendo también la retirada de las monedas de 1 y 2 céntimos, cuyo costo de fabricación es incluso superior a su valor nominal.
Ya en estos días, cada vez es mas frecuente que se pague con tarjetas de crédito, monederos electrónicos o pagos digitales y estamos viendo que son los grandes bancos y las grandes empresas tecnológicas, las que desean eliminar el dinero en efectivo, ya que de ese modo van a obtener más beneficios y más control de sus clientes. Esto hace pensar que, a medio plazo, los billetes y las monedas físicas terminarán desapareciendo o tendrán un uso residual.
Y pienso así, porque ya estamos inmersos en una nueva economía donde lo habitual ya son las transacciones económicas virtuales en las que se mueven grandes sumas de dinero Estas transacciones no llegan a transformarse en dinero físico, debido sobre todo a la velocidad a la que se mueven los mercados de capitales, así como a una importante deslocalización de los servicios. Pensemos por ejemplo en grandes operaciones bursátiles o en grandes transacciones en las que se transfieren masas de dinero sin que por el medio aparezca moneda física alguna.
En estos momentos, si no se sustituyen totalmente las monedas y billetes que constituyen el dinero físico, por el dinero electrónico, no es por impedimentos de tipo técnico o legal, sino por los usos y costumbres que vienen de tan antiguo y que sobre todo afectan a las personas más mayores. Probablemente influye también el uso de billetes con el objeto de defraudar a la hacienda pública. Añadiría a esto también que el dinero electrónico deja una huella digital, mientras que el dinero físico no deja ningún rastro y mantiene el anonimato, razón está por la que algunos seguirán usando el papel para intentar engañar al fisco.
Lo que parece evidente, es que ante la nueva situación que nos viene encima, es preciso tener una regulación jurídica dirigida a incrementar la seguridad de los pagos por vía electrónica, así como para preservar la privacidad de los usuarios.
A mi juicio, son muchas las ventajas de llegar al fin o al menos reducir al máximo la utilización de dinero físico. Una ventaja es que se eliminaría toda la logística que se necesita para mover el dinero, logística que es cara y compleja. Otra ventaja la encontramos en la seguridad que aporta el hecho de que no van a poder robarnos. Además de esto podría eliminarse el fraude fiscal y de forma notable, muchas actividades ilícitas, ya que el dinero electrónico va a dejar una trazabilidad y unos rastros que no deja el dinero en mano.
Termino diciendo que, en este momento, la tecnología para utilizar sólo dinero electrónico ya existe y está creciendo de modo exponencial. En mi caso, excepto pequeños pagos en tiendas o bares, que sí realizo con pequeños billetes y monedas, realizo todas las transacciones utilizando tarjetas de crédito, transferencias bancarias, PayPal, etc.etc. Es más, hasta he prescindido de las tarjetas de plástico, que las llevo incorporadas en el teléfono móvil y desde el que hago pagos con total facilidad. El fin del dinero en efectivo está próximo.
No obstante, hemos de reconocer que la desaparición del dinero en efectivo puede resultar muy negativo para personas mayores que no dominan las nuevas tecnologías y que tienen muchos problemas para acceder a servicios bancarios. Se impone por tanto una rápida alfabetización para reducir la brecha digital.