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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

POLITOCRACIA

Como todo el mundo sabe, la democracia es una forma de gestión del Estado, mediante la que, los ciudadanos elegimos en las urnas a nuestros representantes y tras esta elección, les damos legitimidad para que puedan gobernar con el solo objetivo de velar y salvaguardar los intereses de todos los ciudadanos. Es una fórmula de convivencia en la que, teóricamente, todos los ciudadanos somos libres e iguales ante la ley.

El grave problema que ahora estamos viviendo en España, es que nuestros gobernantes y nuestros políticos, han dado la espalda al fin último para el que han sido elegidos, ya que, en vez de dedicarse a defender los intereses colectivos de todos los ciudadanos, lo que hacen es gobernar pensando sólo en sus propios intereses personales, en los de sus amigos o en los partidos políticos a los que pertenecen. Tristemente, por lo que estamos viviendo, la democracia española ha evolucionado y se ha transformado en una indeseable “politocracia”.

Por ejemplo, tenemos instalado en La Moncloa a un presidente de gobierno que, con todo el descaro del mundo, ha empezado a aplicar la política del enchufismo, empezando por su mujer a la que ha colocado en la fundación de una universidad pública y a la que se le ha asignado un salario infinitamente superior a la de cualquier catedrático con mucha antigüedad en el cargo, o incluso al de cualquier rector. Ha enchufado igualmente a una red de amigos a los que se les ha asignado unos salarios archimillonarios, aun cuando no tienen ninguna cualificación profesional para ocupar esos cargos. Ahora es este presidente, pero antes eran otros

A los actuales políticos, poco les interesan los idearios de sus partidos. Poco les interesa cumplir las promesas que hacían en el transcurso de las campañas electorales. Ignoran totalmente que esas promesas electorales constituyen un contrato público con los ciudadanos y que, como cualquier otro contrato, obligatoriamente ha de ser cumplido. Ahora, el político que ya desde muy joven se ha afiliado a un partido, que nunca ha trabajado en ningún sitio, entra en la política con un solo objetivo: hacer de la política su modus vivendi. Nada más ser elegido, único que le importa a un político, es cuanto se va a subir el sueldo, cuál va a ser el coche de lujo que va a tener, qué decoración va a tener en su despacho, qué viajes exóticos va a realizar, que avión de la fuerza aérea va a utilizar, o utilizará un helicóptero super puma, que nos cuesta cinco mil euros por cada hora de vuelo,

Lo que le importa al político, es perpetuarse en la actividad política. Lo que le importa es estar bien colocado en el “sistema” para obtener toda clase de prebendas. Lo que le importa es estar bien situado para usar las puertas giratorias, que lo lleven a una buena “colocación” cuando abandone la política. Y claro, para eso hay que hacer favores a ciertos empresarios al objeto de que se acuerden de ellos cuando abandonen la actividad pública. La ideología política pierde protagonismo frente a la necesidad de perpetuarse en el “sistema” y para ello si es necesario, se desmembra el Estado, se da todo lo que piden a determinadas Autonomías, se pacta con partidos independentistas, o si es necesario se pacta con el mismo diablo. Y me refiero tanto a los políticos que hoy nos gobiernan como a los que están en la oposición, que, en vez de hacer oposición, lo que hacen es crear todo tipo de guerras internas para detentar poder.

Ya no hay ideología. Ya no hay compromiso político: Y, claro, si esto ya no existe ¿qué es lo que nos queda? Pues nos queda ser gobernados por una nueva clase social “la politocracia”, a la que poco interesamos los ciudadanos. Tampoco interesan esos políticos honrados, fieles a un principio o a una ideología, ya que pueden ser muy molestos, y por eso se les elimina de la carrera política. La politocracia se ha convertido en un poder al servicio de sus propios intereses.

Por eso, todos los ciudadanos de a pie debemos de revelarnos para tratar de conseguir que la politocracia se vaya debilitando y vaya evolucionando hacia ese fin último para el que han sido elegidos: La defensa del bien común del pueblo. Y la oportunidad la tenemos ya muy cerca, en las próximas elecciones.

Necesitamos políticos honrados, con formación y experiencias profesionales previas, fieles a su ideología, sea cual sea esta, dispuestos sólo a luchar por los intereses del colectivo de ciudadanos, dispuestos a cumplir sus promesas electorales y que, cumplida su misión, agoten el mandato y regresen a la vida privada para continuar en ella una actividad profesional, sin recurrir a las puertas giratorias. Yo, a estos políticos, tengan la ideología que tengan, y aun cuando puedan equivocarse, los respeto. A los politócratas los repudio.

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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