Tras la entrada en las instituciones de políticos afines a Podemos, se están produciendo hechos, conductas y actitudes de animadversión hacia la iglesia católica, tales como por ejemplo, la procesión del coño insumiso, ataques a capillas, profanaciones de iglesias, o restricciones para que los concejales de los Ayuntamientos, no participen en procesiones. Se pretendió impedir la participación de la legión en los actos de Málaga. Aquí en Oviedo se actuó para eliminar las ayudas a las Cofradías en sus procesiones. Se actuó en Valencia para retirar los crucifijos y ornamentos religiosos del cementerio. En estas Navidades también se produjeron innumerables incidentes con los belenes, al igual que el año pasado se habían producido con los desfiles de los Reyes Magos.
Al tiempo que esto ocurre, de modo paralelo, se firman manifiestos contra la islamofobia, o se pretende acercar musulmanes a la política para evitar la islamofobia y conseguir la integración de estos ciudadanos musulmanes. Incluso hablan de los beneficios que otorga la religión islámica a las mujeres. Hablaron también de pedir perdón a los musulmanes por la toma de Granada por los Reyes Católicos.
Para situar correctamente el problema ha de decirse que la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 18, garantiza la “libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Que el artículo 16 de nuestra Constitución dice que “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los ciudadanos españoles”. Que los artículos 510 a 512 de nuestro Código Penal tipifican como delito las conductas que promueven el odio o la discriminación por motivos religiosos, así como las que impidan el ejercicio de esas libertades o la profanación de los lugares de culto o de enterramiento. Se dice también que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española” y en particular “mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y con las demás confesiones”. Para hacer viables estas normativas legales, el Estado español ha firmado en 1979, un Concordato con la Santa Sede y ha firmado también acuerdos de cooperación con la Federación de Entidades Evangélicas, con las Comunidades israelitas y con la Comisión Islámica de España.
Si jurídicamente hablando, las cosas son así de claras, me resulta difícil entender como estos políticos intolerantes se pasan por el arco del triunfo no sólo nuestro sistema legal, sino las propias creencias de los españoles que son mayoritarias por el hecho de tener raíces cristianas.
Creo que, por nuestras raíces cristianas, muchas veces resulta realmente difícil discernir si estamos ante algo verdaderamente religioso o si se trata de una pura tradición popular. Conozco a varias personas que no practican la religión católica, que alguno incluso se confiesa ateo, y que participan activamente como costaleros en las procesiones o que son los primeros en tratar de saltar la verja en el Rocío, o que dicen abiertamente “a mí que no me quiten a la Legión trasladando al Cristo de la Buena Muerte” en Málaga. Si además de los aspectos religiosos, estamos hablando que se trata de tradiciones populares arraigadas en nuestra sociedad, por qué se lucha contra ellas.
Estos partidos que ahora están confundiendo laicidad, laicismo o aconfesionalidad, que están olvidando nuestras ancestrales tradiciones, son los que antes se manifestaban por las calles pidiendo libertad y derechos, ahora, una vez que están dentro de las instituciones, son los que tratan de restringir esas libertades y esos derechos de los ciudadanos que desean practicar la religión católica o incluso de los que, sin practicarla, quieren defender unas tradiciones culturales.
Al igual que se atreven a profanar una capilla católica o a pagar con dinero público una obra de teatro donde se recita un padrenuestro que, además de resultar blasfemo para los católicos, resulta de un mal gusto indescriptible para cualquier ciudadano normal, yo me pregunto ¿se atreverían a profanar una mezquita musulmana? ¿O a hacer una parodia de Alá? Me temo que no, porque saben que los islamistas no son tan condescendientes como los católicos e irían a por ellos y esto, aunque parezcan muy valientes, les produce miedo y de ahí que traten de hacer la pelota al islam firmando manifiestos contra la islamofobia. Por esta y no por otra causa es por la que el islam les merece un respeto, pero el cristianismo no.
¿No son conscientes de que esta intolerancia puede llevarnos a confrontaciones y luchas que en nadas ayudarán a nuestro país y a nuestro estado de bienestar? Así que, por favor, menos intolerancia hacia los católicos y a los ciudadanos que, aunque no sean católicos quieren mantener unas tradiciones, y más respeto por la libertad de cada uno para que practique lo que quiera, la religión que le venga en gana y si no quieren que no practiquen nada. Pero, sobre todo, más respeto a los derechos que los ciudadanos tenemos legalmente en este terreno.