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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

CALATRAVAZOS

El arquitecto Santiago Calatrava, famoso por sus grandes obras arquitectónicas realizadas en medio mundo, está adquiriendo aún más fama por sus estrepitosos fracasos, que lo llevan a convertirse en el gran fiasco de la ingeniería y también por su desprecio, al abandonar nuestro país y trasladar toda su fortuna a Suiza, en agradecimiento a los grandes beneficios que le proporcionaron las instituciones españolas, a las que facturó más de 1.900 millones de euros.

Al día de hoy, todo el mundo medianamente informado, ya sabe que sus estelares obras están llenas de polémica tanto por sus estrepitosos fracasos arquitectónicos, como por sus fiascos, sus pleitos en los tribunales y sus sospechas de chanchullo en las adjudicaciones de algunas de nuestras Administraciones Públicas.

El primer varapalo judicial en nuestro país, lo recibió el Sr. Calatrava por la ejecución del famoso puente de Zubizuri, que estaba contemplado en el Plan General de 1989 de Ordenación de Bilbao y que era una pieza básica para la regeneración de la Ría de Bilbao. El suelo de este puente había sido construido con cristales traslúcidos que, además de romperse, cuando llovía (algo frecuente en Bilbao), producía resbalones y continuas caídas de peatones. El Ayuntamiento, cansado de pagar indemnizaciones por esas caídas, tomó la decisión de modificar la estructura y colocar suelos no deslizantes. Además, como el puente quedaba aislado y no tenía acceso a ninguna vía urbana, el Ayuntamiento encargó al otro famoso arquitecto Isozaki, la prolongación de la pasarela para conectarla con los viales. El Sr. Calatrava recurrió a los Tribunales, argumentando que el Ayuntamiento, que encargó una modificación al otro famoso arquitecto japonés, había vulnerado sus derechos de autor. La sentencia dictada, reconoció que ciertamente se trataba de una gran obra arquitectónica del autor, pero añadió que por encima del derecho moral del arquitecto, está el de los usuarios del puente que no tienen por qué sufrir riesgos de caídas y lesiones. El puente no era una obra para ser vista o admirada, sino que era un servicio público que había de ser apto para el paso de peatones de un lado a otro de la ría,  sin riesgo para ellos y en base a esto, el Sr. Calatrava quedó obligado a aceptar las reformas estructurales que realizó el Ayuntamiento en beneficio de los ciudadanos.

En Bilbao el despropósito continuó con la construcción del Aeropuerto, lleno también de barbaridades. Por ejemplo, para comunicar el parking con la instalación aeroportuaria, el arquitecto hizo un pasaje muy bonito arquitectónicamente hablando, pero con un gran problema: cuando llovía el agua entraba dentro de él y los viajeros, al igual que ocurría con el puente Zubizuri, patinaban y se caían con sus maletas. La autoridad aeroportuaria tuvo que cerrar el pasaje con cristaleras para evitar la entrada de la lluvia. Además, cuando alguien va a esperar a los viajeros para recogerlos, tiene que hacerlo a la intemperie, ya que de la zona de desembarque y recogida de equipajes, se sale directamente a la calle. Es decir, todo muy bonito pero con un uso público absolutamente deficiente.

Sigamos con puentes y vayamos al puente que ejecutó en Venecia que probablemente, en opinión del programa Discovery Max, es su obra más fallida. El Ponte Della Constitizione es una obra espectacular y con un diseño sorprendente. Es decir, toda una obra de arte. El gran problema es que el puente había sido concebido para facilitar el acceso a los viajeros que entraban en la ciudad y que, habitualmente, estos llegan con maletas y equipajes.  En realidad, no sólo no se facilita el transporte de equipajes por las escaleras que dificultan la subida al puente, sino que, al igual que ocurrió en Bilbao, se eligió el cristal como suelo del puente y además de eso, al estar en pendiente, también produce continuadas caídas de peatones. (Parece que en un año se han producido siete roturas de cadera).

Podría seguir comentando estos mismos problemas que aparecen en el puente del Assut de L´or en Valencia, o el Alamillo de Sevilla, o el Redding de California o el Strings de Jerusalem, pero no voy a hacerlo para no ser reiterativo. Podríamos hablar de la historia del Turnig Tonso de Malmö en Suecia lleno de aberrantes caprichos, errores de cimentación , errores estructurales y desmadre de costos.  Voy a dejarlo para no cansar comentando más de lo mismo.

Pero, para finalizar, ya que es algo que sufrimos en directo los ovetenses, no puedo pasar de largo sin  comentar el despropósito de nuestro Palacio de Congresos, llamado jocosamente “el centollu”. Creo que no exagero si digo que es la obra más inútil de Calatrava. Encajonada entre edificios altos en el solar que dejó el Carlos Tartiere, más que dialogar con el entorno como le gusta decir al arquitecto, lo que está haciendo es darse puñetazos dentro de ese entorno de edificios. La gran estructura central que iba a abrirse como la cola de un pavo real, ha quedado inutilizada porque los motores hidráulicos no pueden elevarla. Las cascadas proyectadas no existen. El óxido aparece por todos los sitios. Los accesos a la zona comercial están llenos de goteras y los suelos son resbaladizos, los peatones tropiezan en los lucernarios que se han instalado para iluminar el suelo, etc.etc.  Un auténtico despropósito y una atrocidad.

Sr. Calatrava, a mi juicio usted es un auténtico experto en dar calatravazos, tanto por sus fiascos arquitectónicos como por los sablazos que ha dado a nuestras instituciones públicas.  Lo que no sé es que han visto en usted nuestros gobernantes a los que sin duda ha engañado o quizá, hayan decidido dejarse engañar.

 

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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