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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

REPUTACIÓN VIRTUAL

En estos últimos meses, dentro del proyecto “´Formate para el futuro” que la organización que presido, Secot, está llevando a cabo en varios centros de Formación Profesional, he tenido la oportunidad de apreciar la poca o escasa atención que los jóvenes ponen, para cuidar su reputación virtual.

Con cierta asiduidad, vengo escribiendo sobre los riesgos que genera Facebook, debido a los malos hábitos que tenemos cuando nos movemos en esta red social. He hablado de que nos preocupamos muy poco por la reputación virtual que vamos dejando en la red y de cómo, muchas veces, nos comportamos como auténticos exhibicionistas, algo que, sobre todo en los jóvenes puede representar un serio problema en su búsqueda de empleo.

Cuando en esas sesiones de formación, preguntaba a los alumnos si tenían correctamente activados sus filtros de privacidad para que sus álbumes de fotos o sus comentarios fueran accesibles sólo a los amigos, casi todos al unísono decían, si claro. Tras esta afirmación tan categórica, les conté el caso de dos jóvenes que también decían tener todo correctamente configurado.

Uno es el caso de un joven profesor que daba clases de química en un prestigioso colegio privado. Los fines de semana cantaba en un grupo de rock. En la red social empezó a alimentar un álbum lleno de fotos en los que aparecía con indumentarias digamos “agresiva” y poses provocadoras, en las que nunca faltaba un buen canuto o una jarra de cerveza. En su muro se vertían comentarios utilizando la jerga propia de estos grupos de rock duro. Alguno de sus alumnos accedió a su perfil, lo comentó a sus padres y estos se apresuraron a ir al colegio para protestar. El joven profesor fue despedido de inmediato y de nada sirvieron sus argumentos de que profesionalmente cumplía correctamente con su trabajo y que lo otro formaba parte de su vida privada.

El otro caso es el de una joven también profesora de lengua en un colegio. Tras cuatro años desarrollando esta labor sin queja alguna, también se vio obligada a dejar su trabajo. La causa está en que, durante sus vacaciones en Ibiza, hizo lo que cualquier joven puede hacer… ir de marcha… desmelenarse y beber. Colgó fotos en Facebook e hizo comentarios digamos desinhibidos, en su muro. Lo que no se podía imaginar es que, en septiembre, al incorporarse a su trabajo, el director del colegio la invitara a dimitir o en otro caso a ser despedida disciplinariamente por ser un mal ejemplo para el ideario de ese colegio.

Tras contar estos dos casos, los alumnos ya dejaron de estar tan seguros, se sinceraron y empezaron a comentar o que muchos de ellos no tenían muy claro eso de la privacidad, o que otros ciertamente alguna vez se habían “pasado” un pelín colgando alguna foto, digamos poco apropiada. ¡bah! ¡qué importa si esto solo lo va a ver la peña!  Algunos reconocieron que, alguna vez si habían tenido algún problemilla, porque eso que habían colgado en su muro, sólo visible para los amigos, probablemente porque alguno de sus amigos lo compartió, terminó siendo visto por personas que después, los criticaron o insultaron. Uno de modo concreto reconoció que empezaron a hacerse chistes de él y que se vio obligado a abrir un nuevo perfil. Otra chica reconoció que, por un problema parecido, decidió abandonar Facebook. Algunos de esos alumnos sostenían que una cosa es la vida privada de las personas y otra diferente la vida profesional, pero la realidad es que, sostuvieran lo que sostuvieran, cuando fueren a buscar un empleo igual podían encontrarse con dificultades por lo que publicaran en su muro.

Internet y de modo concreto las redes sociales, se han convertido en un gran escaparate en el que puede estar nuestra imagen y con ella nuestro prestigio personal o profesional. Por ello al igual que es importante tener buenos modales, vestir de modo adecuado o comportarse en público de modo correcto, también es muy importante cuidar nuestro “rastro virtual” o lo que es lo mismo, nuestra reputación virtual.

Actualmente, los departamentos de Recursos Humanos de muchas empresas recurren a la red para buscar información personal de los candidatos que van a seleccionar para ocupar determinados puestos de trabajo y por ello no debería de sorprender que muchos vayan a ser descartados, pese a su buen currículum, por encontrar en su perfil de Facebook fotografías y comentarios de ciertas juergas corridas en los últimos tiempos, o por colgar contenidos críticos o discriminatorios. Cuando explicaba a los alumnos lo que hacían las empresas, alguno decía ¡esto tiene que ser ilegal porque entran en mi vida privada! Tuve que invertir mucho tiempo en explicarles que lo que lo que publican en las redes sociales, sin configurar correctamente la privacidad, es público, está al alcance de todos y cualquier puede verlo de modo estrictamente legal. Es tanto como si yo dejo abierta la puerta de mi casa para que cualquiera que pase por delante, si lo desea, entre libremente a ver lo que hay dentro.

Por tanto, seamos cuidadosos con lo que se dice y cuelga en las redes sociales. Es muy importe que tratemos de construir una buena “reputación on-line ya que además de una cuestión de imagen, pueden estar en peligro las relaciones sociales, la búsqueda de empleo o el propio trabajo. Para ello es muy importante que se reflexione y se tenga cuidado con lo que se publica ante el riesgo de que pueda verlo tu propia empresa o la empresa que te podría contratar.

Igualmente es muy importante activar las opciones de privacidad que tienen las redes sociales y tener mucha cautela con las fotos que se suben. Concretamente Facebook tuvo un grave error que hizo que muchas fotos privadas fueran vistas por cualquier usuario de la red. Ha de tenerse en cuenta también que esas fotos pueden ser subidas por el mismo interesado o por alguno de esos amigos que participaron en la juerga común.

En definitiva, no sólo hay que ser bueno, sino que además hay que parecerlo, y por lo tanto es muy importante curarse de sorpresas desagradables para mantener una buena imagen, para tener una buena relación social, para facilitar la búsqueda de empleo y para no poner en peligro el puesto de trabajo. Así que, ¿merece la pena que sigamos siendo tan poco cuidadosos con lo que decimos y hacemos en Facebook? Yo creo que sí. Cuidemos nuestra reputación virtual. Seamos cautelosos con lo que se sube a la red.

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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