“AÑO NUEVO DIFERENTE”
Prometíamos hace apenas dos días que este año íbamos a ser diferentes. Quizá él mismo nos obligue, porque viene con pinta de toro bravo y vamos a tener que dar muchos capotazos para poder encauzarlo.
Así que, al menos, en el primer día de este año atroz que acaba en trece, que viene con aspecto de morlaco difícil y al que tememos más que a la muerte, yo he cumplido. Se lo cuento.
Acostumbrado a que el 1 de enero fuera un día inexistente, tachado en el calendario, y destinado únicamente a oscilar el cuerpo entre el sofá y la cama, por los efectos de la copiosa cena y las bebidas espirituosas de la noche anterior, este año, este que va a ser tan duro, he decidido comenzarlo mirándole a los ojos casi al amanecer, tras una cena frugal y una copita – y no más – de sidra El Gaitero.
El amanecer del primer día del año en Oviedo es ruidoso, porque muchos (nosotros mismos hasta hace casi nada) confundimos día y noche en esa madrugada que nunca se acaba. Pero pronto- o tarde, depende cómo se mire -, a eso de las nueve, la ciudad duerme.
Ropa y zapato cómodo. De la plaza del Ayuntamiento ala Catedral,la Corradadel Obispo y la muralla de la calle Paraíso. De ahí a Gascona, y vuelta a la muralla. Vistazo a ver sila Vegasigue allí o si se la ha llevado alguien y de momento ahí permanece.La Tenderinaduerme, y la subida de Otero es dura, pero el morlaco del año que comienza empieza a comprender que, cuando se le mira a los ojos, también tiene que bajar la cabeza.
Hemos visto doce siglos de Historia. En la que siempre hubo 1 de enero, pero tenían menos que llevarse a la boca, más frío y menos miedo. Es un viaje barato y recomendable. Y el año, el toro bravo que venía con intención nas de darnos un primer revolcón, ha vuelto a toriles a buscar mejores tiempos. Seguro que vuelve con ganas, pero aquí estaremos, que no lo dude. Dispuestos a resistir lo que venga.
No lo dejen muy allá. El plan de este primer día del año se puede hacer cualquier domingo. Para eso tenemos el lujo de esta ciudad en la que vivimos.