“IUSTITIA”

            Uno, que ya lleva 17 años lidiando toros en los cosos de la justicia, en ocasiones, encuentra arduas dificultades para explicarle a un cliente el resultado de un proceso judicial.  Especialmente cuando la sentencia desestima sus pretensiones, el afectado no suele entender el motivo por el que no se acoge su petición. En derecho, como en todas las profesiones, “el cliente siempre tiene la razón, aunque a veces los tribunales no se la den”.

            Así que vivimos día a día explicando los motivos que llevan a Sus Señorías a entender las cosas de una manera u otra. Y luchamos cotidianamente con ese esfuerzo. Hace años que aprendí la enseñanza de un viejo maestro del derecho al hablar de la justicia: la justicia se busca en la iglesia o en la taberna. En los juzgados se aplica el derecho.

            Y con estos postulados, sabemos, en el día de ayer, que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (ese paraíso terrenal que algunos mancharon para siempre con las inexistentes peonadas y los ERE fantasmas) archivaba la denuncia contra el diputado Sánchez Gordillo y sus secuaces – sí, han leído bien, secuaces – que, durante la huelga, asaltaron un supermercado de la cadena Mercadona y amenazaron a sus empleadas, empujando a quienes intentaron evitar que se llevasen los carros llenos, así como anunciando que volverían días después.

            El auto del TSJA afirma que no puede sancionar penalmente a este Alí Babá del siglo XXI porque sus actuaciones están amparadas por el derecho de huelga. Obvia los empujones a cajeras que todos vimos en televisión y afirma que la amenaza de volver días después a retomar el desaguisado es solamente una advertencia de “escasa incidencia para un establecimiento con un importante volumen de negocio”.

            No me pidan explicación, no la tengo. Entiendo que solamente el “principio de intervención mínima” del derecho penal puede justificar una decisión así. Al parecer, dado que Mercadona vende mucho, no hay problema en entrar allí, llevarse lo que sea y amenazar a quien se encuentre uno en su camino. Solamente hay que cumplir un requisito, y es que el grupo se encuentre en huelga. Y si no están, no pasa nada, que la convoquen en ese acto.

            Ahora explíquenle ustedes a otros colectivos en crisis social que tienen que hacer bien las cosas. A los estudiantes que estos días estaban en las principales calles de la región, que no pueden entrar en las tiendas a llevarse cosas. A los mineros que juzgaron y condenaron por su – desmesurado – comportamiento en la última huelga, que no existe un trato diferente para diputados en huelga y simples manifestantes. Explíquenselo ustedes si saben, insisto, porque yo, en este momento, no sabría.

            Bueno señores, les dejo que tengo prisa. Tengo un fin de semana bastante ajetreado. Ahora mismo, en cuanto desayune, mes subo a Delegación de Gobierno a presentar un escrito para decir que un grupo de amigos míos y yo nos hemos declarado en huelga. He quedado con ellos a partir de las 11 y nos vamos a Carrefour. Yo creo que entre todos menos de cinco carros llenos no hacemos.  Una vez lanzados, me voy a pasar por Casa Conrado, a hurtar un buen menú surtido de buenos vinos. Y a media tarde, para completar un sábado perfecto, nos vamos de compras. Hace ya un tiempo que le tengo echado el ojo a un traje de Hugo Boss que no pensaba comprar ni en rebajas, porque seguía siendo inasequible. Sin embargo, ahora, que todo ha cambiado, solamente me queda saber si tienen mi talla. El dinero no es problema, solo faltaba. Aquí somos ahora como El Gran Gatsby, que decía que los caballeros no hablaban de dinero. Para qué vamos a hablar si no lo necesitamos.

            Así que nada, el martes nos vemos. Eso sí, no sé ustedes, pero yo con traje nuevo.