CIEN

            Buenos días señores. Estamos de aniversario. Hoy, en este apasionado romance que mantenemos a través de las páginas de EL COMERCIO, en las que nos citamos dos veces a la semana, ya llevamos cien encuentros. Casi un año, que se dice pronto. 50 semanas de citas que han ido dando sus frutos.

            ¿Qué, no se acordaban?. ¿No han comprado ni un detallito?. Bueno, pero la verdad es que un mensaje de Feliz Aniversario, qué les hubiera costado. Es esto de las relaciones largas, que el día a día las apaga. Pero no, la nuestra no. La nuestra sigue en pleno fuego. Aquí no hay ceniza que valga. La mejor prueba es que están leyendo esta página de mañana de sábado. Esa es la mejor prueba de que el aniversario merece la pena. El mejor recordatorio. El mejor detalle.

            Llevamos un año juntos. Un año en el que hemos analizado la actualidad de Oviedo, de Asturias, de España, de Europa, y en la que hemos salido a lugares lejanos. Un año en el que hemos celebrado cosas. En el que hemos vivido éxitos deportivos. En el que hemos despedido a algunos, y hemos echado de menos a otros. 50 semanas en las que, en ocasiones, siempre que lo hemos considerado justo, nos hemos mojado, y, como consecuencia de ello, hemos recibido nuestras críticas, que siempre son bienvenidas, también en el supuesto de las que no son constructivas.

            Hemos visto, en este año, ala SelecciónEspañolaganar otro título, al Real Oviedo resurgir como el Ave Fénix, al Gordo de Navidad quedarse en la calle Jovellanos, ala Justiciay los políticos en el punto de mira de los ciudadanos, a un país que incluía misiles en su publicidad, columnistas de 3000 € pagados por sus amigos de partido, exposiciones y conciertos que se pasaron por nuestra región …. Hemos intentado luchar juntos porla Fábricadela Vega, hemos descubierto que los tapones son mágicos porque cuidan a las niñas enfermas, hemos llamado ladrones a los que asaltaban supermercados y hasta hemos cambiado de Papa.

            Hemos leído las sombras de Grey, recordado la poesía de nuestro inigualable maestro Ángel González, hemos visto corralitos en países europeos y otros que casi los gobierna un payaso. Creo que solamente nos falta haber visto naves ardiendo más allá de Orión, pero quizá todo llegue.

            Si me preguntan qué he pretendido durante este año, lo tengo claro. En esta relación amorosa que me une con ustedes, no es solamente compartir ni transmitir lo que nos pasa alrededor. Eso lo puede contar cualquiera, y seguro que lo hace mucho mejor que este humilde plumilla. Pero sé que vivimos tiempos terribles (nigérrimos los llamé en uno de mis artículos), soy de los que confío que la única labor de quienes podemos hacer algo por los demás es insuflar, acaso mínimamente, el espíritu positivo que precisamos para darnos fuerzas cada mañana para salir de la cama. Ese ha sido mi fin este año. Mi fin del pasado año y mi comienzo del que empezamos. El objetivo que busco cada vez que me siento frente al ordenador a contar algo es transmitir el positivismo que necesitamos para poder salir de esto.

            No sé si lo he logrado, pero les prometo que no me faltan fuerzas para seguir intentándolo, mientras en EL COMERCIO me regalen dos veces por sermana el espacio necesario para que, si es preciso, hagamos terapia juntos. Las penas, con vino y con amigos, siempre son menos.

            Insisto, mientras podamos, el amigo aquí lo tienen. Y el vino también lo pago, que para eso todavía tenemos.

            Y no lo duden, seguiremos mucho tiempo. Nos vemos en el CIENTO UNO, y, de ahí al doscientos no hay nada.