LA PLAZA DE LOS MILAGROS
Un año más ha comenzado LibrOviedo. Y este año era fácil esconderse. Llamar la atención sobre la pésima situación que padecemos, ocultarse tras una excusa, orillar obligaciones y promesas y quedarse en sus librerías, esperando a que escampe, privándonos a todos del inmenso placer que sigue siendo bucear en un espacio donde todo se detiene en cuanto traspasas sus puertas.
Pero no, los libreros de Oviedo nos han demostrado que son valientes. Que lo suyo no ha sido nunca esconderse sino dar la cara, la buena, la que se enfrenta al mal tiempo según la sabiduría popular, y seguir ofreciéndonos magia desde las páginas de los libros.
Y han dejado su carpa, la de los sueños, como la llamaban, pero se han venido a “La Plaza”, esa que ahora podremos llamar la plaza de los milagros, porque en este año en que los ajustes son moneda común desde las macroeconomías hasta el hogar familiar, ha obrado el milagro de que un año más LibrOviedo abra sus puertas.
Es uno de los pocos eventos sobre los que no cabe ni polémica política, y el pasado viernes, en su inauguración, era agradable ver a representantes de todos los grupos municipales dándose su primer paseo. Cuando llegó quien les escribe estas líneas, a las 8 de la tarde, para presentar el nuevo libro de un ovetense que triunfa en Madrid, Ignacio del Valle, LibrOviedo estaba animada, con gente bullendo, con niños mirando libros de cuentos, con adultos reencontrándose con aquellas lecturas que, hace años, les hicieron soñar.
El sábado por la mañana, la portentosa exhibición teatral de un poemario hizo que muchos olvidasen que creían que la poesía era algo aburrido. Que de un poema puede salir algo muy visual, además del sentimiento que su autor desgarra a través de sus versos.
Y lo bueno es que acaba de comenzar. Que aún nos queda una semana. Y que el fin de semana que viene, entre el serrín de los puestos tradicionales de los mercadillos deLa Ascensióny el torto con picadillo, podremos seguir entrando a buscar en esas páginas que nos ofrecen desde Trascorrales todo lo que deseemos. Desde cocina a deporte, desde viajes a filosofía, desde sexualidad hasta desamor.
Porque la literatura es eso. Es todo. Es el resumen de lo que otros han vivido y han decidido desnudar ante nosotros, para que lo conozcamos, para que aprendamos, para que vivamos lo que ellos vivieron antes de que nos toque vivirlo a nosotros mismos. Y en ese encuentro anual con las páginas de otros hay miles de vidas. Miles de amores. Miles de hijos y miles de muertes. Pero LibOviedo no muere nunca. Porque nosotros mismos lo mantenemos vivo.
Hay un poema de Ángel González que en dos versos nos refleja la futilidad del tiempo: “Ya desde, muy temprano…ayer fue tarde.” Pero para los libreros de esta ciudad nunca es tarde. Siempre están a punto. Yo que, como ellos, soy de los que prefiero llegar pronto, prefiero otro, el que habla del fugaz amor eterno (permítanme el oxímoron):
“Ninguna tan bella como tú
Durante aquel fugaz instante en que te amaba ….
Mi vida entera”
Mientras sigan teniendo la fuerza de la razón, la pasión de la literatura, la lección vital que cada año nos imparten, el amor por las historias eternas no podrá perecer.