Con este clima veraniego que desconocíamos, esto es un paraíso terrenal. Tenemos de todo, y así lo ven quienes nos visitan, y nos disfrutan. Si la cosa sigue así, ya no tendremos que irnos a buscar el sol del Sur. Aunque de momento, y por si acaso, con el permiso de ustedes, el que suscribe lo buscará en breves días, que en esto del clima, nunca puede uno fiarse. Ya lo decía mi abuela: “En Asturias no se puede salir sin chaquetina”.
Pero el caso es que en estas fechas recibimos amigos, familiares, simplemente conocidos, que vienen a disfrutar de nuestra tierra igual que, siempre que podemos, nos vamos a otras, no mejores, solo distintas.
La pasada semana tuve aquí unos amigos a los que brindé mi mejor conocimiento para darles un tour turístico. Se fueron encantados, pero el anfitrión hizo poco. La ciudad puso casi todo. Mas, por encima de todo, quiero resaltar lo barato que es el turismo cuando se quiere, lo agradecida que es esta tierra. Los conduje a la Catedral, a los monumentos, prerrománicos, y vieron 12 siglos de historia viva completamente gratis. A continuación, en una famosa sidrería cercana a la Catedral (no decimos su nombre hasta que no nos esponsoricen, que a todo estamos abiertos en estos tiempos) su famoso bacalao y pollo al ajillo, con sidra de primera calidad, por poco más de 12 € por cabeza. De ahí, a la maravillosa iglesia prerrománica de San Pedro de Nora, que no solo es gratis, sino que una señora te muestra sus encantos, sus secretos, su construcción y sus destinos, y se niega a admitir propina alguna. Y la cena, inexistente, en la ruta de los vinos de Manuel Pedregal, con las tapas que acompañan cada consumición es imposible ingerir más.
Pero el caso es que apenas un par de días después de que se fueran mis amigos, y antes del período estival, acudí a un juicio a Mondoñedo. Como iba con tiempo, entré en la Catedral a disfrutarla. Me sorprendió su oscuridad. Un guía se ofreció a explicármela, y se me llevó 8 €. Cuando le pregunté si estaba tan oscura para proteger los frescos me indicó que no, que si metía 2 € en una casilla, se iluminaba la parte central. Con 3 € más las alas laterales. ¡Ahí lo tienen!
Salí del juicio y tenía que comer algo. En una tasca próxima al juzgado, insalubre, y no muy digna (pero eran las 15.30, no tenía tiempo para escoger), también se me llevaron 23 € por una tapa de pulpo, dos vinos de ribeiro (porque lo traía la botella, si no ni me lo creo) y un café.
Me volví de nuestra vecina Galicia con una sensación de estafa que aún no se me ha quitado.
Por eso, volver a esta ciudad siempre es un placer, incluso para los que vivimos en ella. Ni “Galicia calidade” ni nada de eso. Hagamos patria. “Asturias sí, Asturias calidade”.