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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

¿SEXISTA?

 

            Asturias vive un ERE cada día. Los juzgados de lo social no dan de sí, y los señalamientos de vistas para despidos ya llegan a noviembre del año 2014. Los concursos de empresas de la construcción son todos, porque creo que no queda una sola viva. Las oficinas de empleo dan números, pero no dan esperanza. El dinero es un bien de ensueño. Ese es el triste panorama que padecemos hace tiempo.

 

            Pero en esta región nuestra siguen pasando cosas inexplicables. El Ayuntamiento de Avilés, ciudad con una difícil reconversión industrial y con un paro galopante, como todas, ha decidido, en una idea brillantísima, digna de dos perros aburridos y un muñeco de Bob Esponja, crear la llamada “Escuela Feminista” (han oído bien), cuyo papel será profundizar en el feminismo

 

            Nunca he creído en diferencias, sinceramente. Para mí, hombres y mujeres, con independencia de sus diferencias físicas, son iguales en todo, y capaces de todo. He estudiado una carrera universitaria con miles de compañeras que no solamente eran más inteligentes que los varones que las acompañábamos e intentábamos tímidamente cortejarlas, sino que hoy son excelentes letradas, procuradoras, juezas, fiscales, notarios, registradoras, funcionarias, directivas …

 

            Tan retrógrada me parecela Iglesiacon asuntos como el preservativo o el matrimonio homosexual, como el feminismo decimonónico pretendiendo mantener una lucha que dejó de tener sentido hace decenios. Al menosla Iglesiaparece haber avanzado y renunciado a saber con quién se mete en la cama cada uno. Pero otros no, siguen con una diferencia artificiosa que justifique tiempos y dineros. Los nuestros, como siempre.

 

            No creo en la discriminación por sexo porque nunca la he vivido. Y por eso creo que las diferencias las creamos nosotros, y mientras que no eliminemos las diferencias terminológicas, seguiremos abundando en las reales. Por eso me parece absurdo todo aquello que diferencie, porque mi generación no lo ha hecho, y por eso nos negamos a que nadie pretenda hacerlo.

 

            Nada más absurdo que el compañeros y compañeras, obreros y obreras, amigos y amigas, líderes y lideresas. El colmo son las asociaciones de padres, que ahora se llaman AMPAS. Por eso, porque no creo en diferencias, me parece puro fariseísmo crear Concejalías de Igualdad, donde precisamente se abona la diferencia. Y los juzgados de violencia contra la mujer, aunque esto no lo puedo gritar muy alto, que como saben, me dedico al ramo.

 

            Sin embargo no. Preferimos profundizar en la diferencia creando escuelas de feminismo. Donde se abunde en las discrepancias y se reflexione sobre ellas. A mí, que me da exactamente igual si una juez se llama Rebeca o Ramón, una funcionaria Cristina o José Antonio y un médico Eduardo o Encarna, que no me vengan con ese cuento, que ya tengo una edad. Precisamente la edad de todos aquellos que ya hemos conocido la igualdad como patrón de normalidad.

 

 

            Así que descartada su utilidad, solamente nos queda pensar en lo de siempre, que con dinero público se va a crear otro organismo para perder el tiempo y alojar a algún amigo (espero que sea una amiga, por puro rubor político) que se gane un sueldín a costa de todos.

 

            Pues nada, una gran idea. Un nuevo agujero en el que gastar dinero. Una tontería más para no lograr nada. Para ahondar en las diferencias que cada día son naturalmente menos. En unas divergencias que solo ven quienes quieren seguir buscando motivos para enfrentar.

 

            Mi mujer, mis hijas, mi sobrino, mi hermana, mi cuñada, mis socios, mis compañeras de despacho, son iguales ante la ley y ante los ojos de todos. Quien no lo vea así es porque quiere estar ciego, tuerto o interesado en que sea de otro modo. Y algunas tienen que mantener una lucha en la que les va una vida que quizá no tenga otros motivos que la hagan merecer la pena.

 

            Ya sé que a algunas no les gusta lo que digo, pero solamente pueden hacer una cosa, dispararme, que no las temo. Aquí, a pecho descubierto, como podría hacer cualquier mujer sin que fuera un escándalo, en nuestro global y evolucionado siglo XXI.

 

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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