Tengo entre mis preferidos de esta región al Museo de Indianos de Colombres. No es un secreto. Hace aproximadamente un año tuve ocasión, desde estas mismas líneas, de alabar el contenido impresionante de sus aulas, la exquisitez del edificio que lo alberga, las muchas vidas que en esas Salas se recrean, y la Historia de Asturias, con mayúscula, que vive en cada uno de sus tres pisos.
Es uno de nuestros mejores museos, y deberíamos sentirnos orgullosos de él. Yo lo he estado, siempre, y lo he recomendado a cuantos han visitado nuestra tierra. Pedazos de vida de nuestros compatiotras, que pasaban hambre hace un siglo y que no temieron dejarlo todo, subirse a un barco y emplear tres semanas para llegar a unas Américas desconocidas y hostiles, donde lucharon por salir adelante, pues en su tierra no se les permitía.
Pero ahora veo al Director del Museo y al resto de quienes lo comandan quejarse de que están abocados al cierre. Que si no hayan 45.000 € con carácter inmediato, están condenados a cerrar una de las joyas de nuestro panorama museístico. Y claro, se los piden al Principado de Asturias. Ese mismo Principado que desconoce abiertamente que la cultura ya es la segunda razón por la que los turistas van a los lugares que visitan, que no sabe que hay rutas enteras que se basan en el éxito de novelas o series de televisión que las recrean, que cada € que se gasta en cultura una administración la hace recuperar 4,3 €, que incluso regiones arruinadas del Centro de Europa siguen invirtiendo en cultura, porque saben que es el único bien de sus ciudadanos en tiempos de premura y que, al mismo tiempo, cada vez que organizan una exposición o un concierto, están invitando a cientos de europeos a que les conozcan, les visiten, duerman en sus hoteles, coman en sus restaurantes, gasten su dinero en sus ciudades …
Así que a mal sitio han ido a pedir. Aunque quizá ya haya estado bien. Los tiempos de todo vale ya han pasado, y las barras libres ya no se pagan con dinero públic, afortunadamente. No he visto una sola promoción de este museo en radio, prensa o televisión en mi vida. No hay nada más allá que un cartel, caduco, en la carretera general, que indica que está en Colombres. En una ocasión envié a unos amigos catalanes a que lo conocieran y tardaron más de una hora en encontrarlo. Ni una sola indicación en todo el pueblo.
Las actividades organizadas, más allá de la exposición permanente, absolutamente nimias. Un edificio inimitable, en una de las mejores zonas de Asturias, que podría combinarse con paquetes turísticos en temporada baja, que parece que nunca se le ocurrieron a nadie. Pero el maná llegaba. Era llorar, pedir, y venía Papá Principado a pagar. Y mientras tanto, languidecer, seguir abiertos, y llorar de vez en cuando.
El empresario privado bucando la actividad, el turismo, la gastronomía, la orografía, las actividades, para atraer al turista. Pasando noches en vela para poder anunciarse en páginas de internet que no le cuesten el sueldo de un mes. Mientras tanto, lo que depende del erario público, ese que integramos todos, en casita, cenando y tomando el café de la apatía.
Así que quizá merezcamos lo que nos ocurre. Ahora se ha llorado y no se ha encontrado en Oviedo al mecenas de siempre. Porque Papá Principado está canino, y tiene lo justo en el bolsillo. Y quienes debieron buscar financiación, tener iniciativas, mantener lo que teníamos, potenciar nuestros valores con tradición indiana, sacando el pañuelo para lloarar una vez más.
Pero esta, me temo, es la última. Luego lloraremos todos.