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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

INDEPENDENTZIA

 

 

 

 

INDEPENDENTZIA

 

 

         A usted y a mí, probos ciudadanos de un país en descalabro, que se recupera débilmente de sus heridas, nos preocupan cosas como el aumento del recibo de la luz, la cena de Noche Buena, la extra de este mes (al que la cobra porque no le llega y al que la paga, porque aún no sabe si podrá hacerlo), o la salud de los que tenemos cerca. También nos preocupa que el Principado de Asturias o sus cuatro grandes Ayuntamientos no vayan a tener presupuestos para el año que viene y cómo nos repercutirá ese asunto.¡Degraciados humanos que no miramos más que para nosotros mismos!.

 

         Sin embargo, hay otros tipos, mucho más grandes que usted y yo, sin duda mejores personas, con amplias miras de Gobierno y de Estado, que se preocupan de cuestiones mucho menos prosaicas y pretenden decidir independencias de territorios. Ahí lo tienen. Total, da igual si sube la luz o no, o el precio del gambón, porque en el reino de la sopa boba, siempre habrá un amigo que te coloque donde sea, para pagar aquel favor que ni siquiera recordaba que le habías hecho.

         En Cataluña obligan a pagar medicamentos o dejan de pagar las viviendas sociales porque el Gobierno regional no tiene para estas cosas, dicen. Pero han reservado cinco millones de euros (nada, calderilla) para hacer un referéndum independentista, en el que se votan dos preguntas inconstitucionales, que ellos mismos han decidido, dando el carnet de votante a quien han estimado, a su arbitrio. Estas son las coherencias de quien está muy por encima de nosotros, señores.

 

         Pero en Euskadi van más allá. Sabrán ustedes que en San Sebastián gobierna BILDU, estos que son muy amigos de los que hasta hace dos días nos mataban a tiros y hoy, como les conté hace apenas dos semanas, siguen amenazándonos en los bares de Oviedo porque el que es criminal no pierde nunca sus malos principios. Pues estos señores han decidido que Igueldo, un barrio de San Sebastián de preciosa orografía, se independice de la ciudad. Así que, una vez metidos en harina, han hecho un referéndum (que mala cosa esto de votar con las cartas marcadas), donde han dejado votar a los del barrio (y con 16 años), no han preguntado a los demás, y ha salido que se largan, que quieren ser independientes. Y el Alcalde de San Sebastián encabezando la secesión.

 

         Esto, para que lo entendamos nosotros, pobres preocupados por el recibo de la luz, es como si el Alcalde de Oviedo, mi amigo Agustín Iglesias Caunedo, encabezara una revuelta para independizar el Naranco (Igueldo también tiene un monte emblemático en la ciudad, con magnífica panorámica sobre la Playa de la Concha). Así que cortamos hacia la mitad, más o menos desde Casa Lobato, y de ahí para arriba, les damos una papeleta a los vecinos. Si vemos que son pocos, que voten los críos al salir del cole, y si nos siguen faltando, los perros y gatos, que es zona rural y abundan. En el Centro Asturiano, los que encontremos ese día, que la consulta popular tiene estas dosis de fehaciencia. Llegamos hasta el Buenos Aires y ahí ponemos la mesa de recuento, si les parece. Y si sube un ciclista, hay que preguntarle si va mucho por allí, y en caso afirmativo, papeleta al canto. Y si pregunta algo y nos incomoda, papeleta de lotería también, que estamos en tiempo de ello.

 

         Si la carretera al Naranco (o al Monte Igueldo) está en buenas condiciones o no, es cuestión inane. Si el autobús tiene suficiente regularidad para atender a los vecinos, a quién le importa. Como mucho a usted y a mí, que ya sabemos que no estamos en condiciones de decir nada – de hecho ni nos preguntan – porque nos preocupan únicamente cuestiones mundanas.

 

         ¿Se imaginan semejante despropósito? Difícilmente. Cuesta hasta pensarlo. Pues esta es la realidad de San Sebastián. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Y como digas que lo ves absurdo, eres un facha, un retrógrado, o, aún peor, un tipo sin amplitud de miras, ocupado en cuestiones propias y no en buscar el bien de la ciudadanía.

 

         Nada, como dijo el maestro Ray Loriga, uno, una mañana, se levanta perteneciendo al ejército enemigo, jura otra bandera, y al toque de una corneta extraña, se cuadra ante el himno que le tocan. Esta es la cruel realidad que nos preparan.

 

         El problema es que, al final de la contienda, los generales de ambos bandos siempre firman un armisticio y comen juntos las mejores viandas, mientras alguien cuenta los cadáveres.

 

 

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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