ATLÉTICOS EN OVIEDO
Por si usted no se ha enterado, porque vive en otro planeta, hoy se juega la final de la Champions League entre dos equipos españoles, madrileños para más señas. Si no lo sabía antes de leer estas dos frases precedentes, hágaselo mirar. Uno puede no saber quién manda en este país o en el mundo. Puede desconocer incluso que mañana son las elecciones al Parlamento Europeo, e incluso puede no votar. Si no vota, haría mal, sin duda, porque cuando a uno le dan el derecho a elegir y prefiere orillar la oferta, luego no puede quejarse de que no le gusta el resultado.
No voy a decirle a quién tiene que votar. No me lo permitiría nunca, pero menos aún hoy, jornada de reflexión, que ya ven cómo se las gasta la Junta Electoral en la vecina villa gijonesa. Cada uno que decida lo que estime, pero invierta un ratito de su tiempo mañana en pasar por el colegio electoral. Y si decide no hacerlo, sea coherente, luego no proteste.
Bueno, a lo que íbamos, que nos perdemos. Que resulta que hoy juegan la final el Real y el Aleti. Sí, sin “t”. El Atlético de Madrid es el aleti, y sus aficionados, los aléticos. No lo he puesto en el título por miedo a espantar a alguien que me llamara analfabeto, pero es así.
Juegan ambos y el Real supera al Aleti en casi todo. En historia, en millones, en títulos, en afición, en posibilidades. Por cada título del Aleti tiene 10 el Real. Por cada aficionado 150 el Real. Por cada € de presupuesto, 10.000 € el Real.
La balanza está desequilibrada, pero en 90 minutos en ese recuadro de césped pasa de todo y todo es inesperado. Así que seguro que nos espera un ratito entretenido. Y lo necesitamos, porque para malos ratos ya los tenemos todos los días. A mí, en el fútbol, hace tiempo que si me sacan del azul del Real Oviedo y del rojo de la Selección, se me acabaron las fobias y las filias, así que disfrutaré relajado del espectáculo.
El caso es que los del Aleti, el “pupas” que también lo llaman, son pocos pero ruidosos. Son escasos pero notorios. El pasado sábado ya ocupaban la ciudad de Oviedo celebrando la liga que se merecían. Gritaban por años de luchas y lamentaciones. De estancias en segunda división, de goles recibidos en el último segundo, de finales perdidas … y todo ello siendo “Aletico” en Oviedo. Sin distancias ni matices. Contundentes y ruidosos.
Ese sábado, mientras les oía cantar su gloria en el Ovetense, en torno a unas botellas de sidra, me enteré de que en Oviedo tiene Historia la “Peña Atlética Vetusta”. Presidida nada más y nada menos que por mi amigo Benjamín Cabañas, concejal del Ayuntamiento de Oviedo y Presidente a la sazón de la Federación Asturiana de Kárate. Y la sede, si la junta directiva es clásica ovetense, no podría serlo más. Resulta que se ubica en “Casa Ramón”, tan ovetense como la Catedral, tan del Fontán, tan del centro de esta Vetusta nuestra, por mucho que algunos se empeñen en patrimonializar alguna plaza. De momento, y por suerte, nos sigue perteneciendo a todos, y entre ellos, entre los más antiguos, está “Casa Ramón”.
Ya ven ustedes que la peña Atlética Vetusta no podría ser más ovetense. Su denominación, su junta directiva, su sede …
Pero el sábado me enteré también porqué van a ganar la final de la Champions. Según me contaron, porque están bendecidos. Porque entre sus socios de honor está el Arzobispo de Oviedo D. Jesús Sanz, al parecer otro Alético confeso. Es motivo suficiente para que tengan fe, y en este caso de la más pura, viniendo de la mano del Arzobispo.
Suerte para todos esta noche. Pero si gana el Aleti, seguro que podremos verles en su sede o en alguno de los establecimientos que pueblan la vida ovetense, de la que ellos, sin duda, son parte fundamental.