QUIEN NO SABE HACER LAS COSAS …

        El colegio de Las Campas está en obras, lo saben ustedes, lo sabe todo el mundo. Las obras son peligrosas para los adultos, y más aún para los niños. Las obras son incómodas para todos. Lo sabemos los que leen estas líneas y el que las escribió. Pero no lo sabe la Consejera de Educación.

Pese a que le han dicho en múltiples ocasiones que puede y debe posponer la obra para el verano, ha dicho que por sus narices se hace. Que está en año electoral, y tiene que vender el producto (esto no lo ha dicho, pero no hacía falta). Y le han hecho una huelga, una manifestación, le han recogido firmas, le han hecho una declaración unánime del Ayuntamiento de Oviedo – menos el PSOE, porque mandan más las siglas que los menores – y les ha dicho que ya les había oído, pero que no les había escuchado, y que andaba con mucho lío y no tenía pensado hacerlo.

Así que, el que no le guste, que se vaya, les dijo a los padres, que, ni cortos ni perezosos, no quieren a sus hijos jugando bajo andamios y obras, y pidieron el traslado. Como se sintió ofendida (sic), ahora les pone las condiciones. La venganza se sirve en plato frío. Hay que pedir el traslado alumno por alumno, no asegura dónde irán, no puede garantizar siquiera que dos hermanos vayan al mismo centro, y el que se vaya, que lo piense, que para volver igual les está esperando ella misma (ojalá no, por el bien de la Educación de esta región) y les cobra viejas cuitas. El que fue a Sevilla …

El político que trabaja para la ciudadanía se enfrenta a ella a costa de una obra. Porfía hasta la locura en una obra que todos rechazan. En hacerla en período escolar, y reta a quien quiera marcharse. Y como le salió rana, ahora les cobra el reproche. Los padres, que veían a sus hijos con riesgo, ahora les ven en otros centros, y si tienes tres niños, quizá uno en cada colegio. ¡Ah, que no se nos olvide!, la Consejera deja de postre que no habrá transporte escolar, porque el centro de elección era Las Campas y se van porque quieren. Así que un padre o una madre, con tres niños, al que se los lleven a diferentes centros, o pide la excedencia o deja el trabajo para poder llevarles al Colegio. Esta es la realidad de la ofensa, y la crudeza de la venganza.

No pasa nada. Es lo que tenemos. La poca competencia a veces se nutre de deslealtad. La guerra que alguien se monta en la cabeza, la vuelca a los demás. Y no le importa que sean niños, aunque sería quien debería cuidarles. Pero no. Lo importante es la obra, que para eso es cosa suya. Al que no le guste que no mire.

Y los escolares, para los que existe su Consejería, a buscarse un nuevo centro, nuevos compañeros, nuevos profesores. Eso es lo de menos. Si no, haberse quedado. Que eso era lo que quería la que mandaba. Y como no estamos de acuerdo con ella, pagamos el precio. El que ella quiere.

Habrá que contárselo a unos niños que no lo entenderán. Los adultos tampoco podemos.