Éstas son mis últimas líneas de 2014, sobrecogidas por el frío de ahí afuera, que ha traído un invierno en horas. Pero es Navidad, ¡qué esperábamos!. No obstante, nos veremos de nuevo el sábado, y solamente habrá cambiado la cifra final de la anualidad. Y mientras los que dirigen este periódico sigan confiando en mí, y ustedes sigan leyéndome – que me consta que lo hacen – aquí seguiremos al pie del cañón, acompañándonos dos veces por semana.
Acabamos un año difícil, como los últimos siete de sequía, pero ya vislumbramos la lluvia de lejos, como el masai que escucha los truenos a miles de kilómetros. Tenemos tanta ansia por el agua que ha de llegar a regar nuestras cosechas que siempre nos parecerá poca.
Un año complicado en el que hemos pasado muchas cosas, pero como ya han pasado, no merece la pena ni mirarlas de nuevo. Merece la pena creer en lo que pasa hoy o lo que nos deja para mañana. Y aquí quería llegar yo, que se me escapa la pluma con esto de desear un futuro maravilloso para nosotros, que me desvío de lo que venía a contar.
Hoy, el Presidente del Gobierno de España inaugura el último tramo de la A-8 en Asturias. Desde hoy toda Asturias tiene autopista, de Este a Oeste, sin matices ni recovecos. Desde hoy somos parte del mundo en las mismas condiciones que todos. Y el presidente del Gobierno viene a recordárnoslo.
Sin duda ha sido una obra difícil y costosa. Una obra que nos sumía en un atraso histórico que no merecíamos. Podríamos ahora mirar hacia atrás para ver los veinte años que se ha tardado. Y podemos buscar culpables. A vuela pluma se me ocurre un diputado asturiano que ahora brama contra todos y que, cuando era Alcalde de Llanes fue el principal culpable de un retraso de un decenio. El mismo que abandonó el barco dejando a la villa sin PGOU y que ahora, en lugar de esconderse debajo de una mesa, seguro que hoy pretende acudir a la inauguración, a ver si alguien le pone un micrófono. Pero conmigo que no cuente. A palabras necias …
Yo miro hacia delante y sé que desde hoy, uno puede salir de Faro, en el Sur de Portugal, y llegar a la Junquera, en la frontera catalana con Francia, sin salir de una autovía. Que Asturias ya no es un pozo negro con 35, 25, 10, kilómetros de retenciones continuas y una vía peligrosa.
Yo miro hacia delante y me creo a este Presidente. Y a su Ministra, que quizá no triunfaría en el club de la comedia, pero ni falta que le hace, porque es cumplidora. Y prometió que la A-8 estaría acabada en 2014 y lo ha cumplido. Otros, no tan lejanos, prometieron lo mismo en 2009. Pero lo último que supe de Pepiño Blanco fueron no sé qué negocios turbios en una gasolinera. De la A- 8 ni se acuerda. No le cogía cerca de aquella gasolinera, imagino.
Yo creo que Asturias merecía hace muchos años una autovía digna y me creo a quien me la ha dado. Si fueran de otro bando político diría lo mismo, pero no, resulta que otros tuvieron años para hacerlo y no lo hicieron. Simplemente son datos. Ajenos a cualquier interpretación. Merecemos una autovía y hoy la tenemos.
Así que llegó el momento de mirar hacia adelante. Desde hoy podemos cruzar la península ibérica sin que el GPS nos diga “tramo de tráfico denso y en obras”. Hoy, la playa de la Franca, una maravilla natural, nos queda a 45 minutos de Oviedo, Gijón o Avilés, cuando hace unos años había que emplear un día. Porque ahora, cuando uno cruce el puente que indica “Principado de Asturias” en Unquera, ya no sentirá que somos ciudadanos de segunda.
Y eso son hechos desnudos. “Lo que no son cuentas son cuentos”, nos recuerda la sabiduría astur. Las cuentas no las conocemos, pero esto ya no es un cuento.
A partir de hoy, y por mucho que haya tardado, tenemos lo que merecemos.