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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

DE MINISTROS Y FILTRACIONES

DE MINISTROS Y FILTRACIONES

 

            Al Sr. Ministro de Justicia se le fue la cabeza, y de ahí a la lengua. Es como a mí, cuando me puede la bilis y se me va a la tecla, y luego me dan palos. Pero debe ser que cuando uno lo tiene dentro, tiene que soltarlo. La diferencia es que yo puedo hacerlo, porque no soy ministro. Al menos de momento, que todo se puede andar.

            Como saben, el Sr. Catalá insinuó la posibilidad de sancionar a los medios de comunicación que se hicieren eco de informaciones reservadas o de instrucciones con secreto de sumario. Eso, en un país en que se aprobó la ley que llaman “mordaza” – para mí no lo es, pero mola eso de llamar a las cosas de modo desmesurado, llenar las plazas de gente, tirar unos bolos al aire, e incluso montar partidos de los que uno desaparece cuando se moderan en lugar de radicalizarse – es un error mayúsculo, porque a uno le crucifican en 24 horas.

            No llegó a 24 horas el tiempo que tardó en intentar corregir. Pero ya era tarde. Es como el embarazo. Una no puede estar “un poquito embarazada” y el Sr. Catalá se había equivocado, y aunque porfió que le habían malinterpretado, ya había lugar a rectificar. Ya estaba embarazado del todo.

            Quiso decir, según afirmó en su segunda comparecencia, que la idea era sancionar a quien perjudicase a una persona con trasmisión de informaciones que fueren reservadas o protegidas por secreto sumarial. Que si no se puede contar algo y trasciende, el medio que lo haga, y que perjudique a esa persona, habrá de pechar con las consecuencias.

            En este mundo, en el cual se cae uno al suelo en la Florida (Oviedo), y 45 segundos después han subido un video a Facebook que ya se está viendo en La Florida (EEUU) y que están comentando en 3 minutos en La Florida ( Hospitalet de Llobregat), así como lamentando la mala suerte desde La Florida (Chile) 12 minutos más tarde, es absolutamente imposible. Limitar la información y poner puertas al mar llevan el mismo esfuerzo e idéntico resultado infructuoso.

            Y un ministro debe saberlo. Y debe saber que aunque lo que piense es digno de protección y que si hacienda investiga a un famoso, a un periodista, a un deportista, a un político, y no debiere trascender y sí lo hace, y aunque le haga mucho mucho daño, es imposible controlarlo en un planeta en el que nos hemos dotado de medios para saberlo todo de todos. Y nos encanta saberlo y nos encanta contarlo de nosotros mismos.

            Así que nada, Sr. Ministro, una metedura de pata por desconocimiento. Buena voluntad no se le niega, pero la verdad es que estuvo poco afortunado. Todo lo que suena a censura en esta patria en la que muchos no conocimos a nadie que tuviera que tolerar nadie a otros, ni la licencia marital a las esposas para comprar un coche, suena a caduco, y la gente quiere futuro, no mirar atrás, pues llevamos un decenio que es ni para mirarlo.

            Esta se la perdonarán, no se preocupe. Una se le tolera a todo el mundo. Pero no se confíe que el crédito es limitado.

            Ya de paso que le escribo. Lo de la multa mía de los franceses, la que contaba el martes ¿ no me echaría una mano, hombre?

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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