SÍ. ESTAMOS LOCOS
Vivimos semanas de encuestas. De valoraciones. De opiniones. De escrutar, previamente al gran escrutinio, lo que va a pasar en apenas dos semanas. Quiénes nos gobernarán los próximos cuatros años en nuestras ciudades o autonomías. Los que vamos a ver por las calles, a los que podremos pedir una cita para que se acuerden de nuestro asunto, del asfaltado que necesita un arreglo, la papelera que falta, la pensión de dependencia pendiente de comenzar a pagarse…
Encuestas que dicen a quién va a votar cada uno, si bien la opinión general del estamento político, en estos tiempos, es tremendamente negativa. Hace poco una persona me preguntaba si volvía a la política. Al escuchar mi negativa me decía: no me extraña. Si ahora te preguntan ¿a qué te dedicas? Y dices, proxeneta, te miran mal. Pero como se te ocurra decir concejal … La opinión general en estos tiempos es horrible.
Bien, el caso es que estos días nos preguntan qué vamos a votar y qué nos dicen las propuestas de los líderes políticos. Y la gente no dice qué va a votar (será eso del voto cautivo) y lo que dicen de aquellos a los que hay que votar es mejor no escucharlo.
Todos, insisto todos, querrían tener el apoyo que tiene el Real Oviedo. Ese club con el que hemos pasado de todo, malo y bueno, y que ahora nos promete que en quince días, como nuestros políticos, sí va a cumplir. Y le creemos, porque la fe es algo que nunca se acaba.
Porque uno tiene ese color azul pintado en el corazón y no habrá quien se lo borre. Porque el domingo había 27 000 locos, sí desquiciados, que veían un partido de segunda división B en el que nada había en juego. No estaban en la playa, no en la montaña, estaban en el campo, pero en el Tartiere. Para demostrar a un asombrado visitante que esto no es normal, porque no queremos ser normales. Normal es ordinario y nosotros somos extraordinarios.
Para que los noticieros y las redes cuenten que nunca se ha visto nada igual, y todos nos prometan que en dos semanas van a cumplir sus promesas, y que sonreiremos y nos bañaremos en la gabinona.
Y 27000 almas perturbadas ansían y gritan. Sufren y viven lo que haga falta. Porque creer sigue siendo un verbo mágico, que no se conjuga, se practica. Porque dentro de dos semanas, cuando nos visiten otros con el mismo ansia que nosotros, llenaríamos tres campos, gritaríamos más que nadie y moriríamos en el intento.
Recuerdo que el 2 de octubre de 1991, tras regresar a Oviedo después de 17 horas de autobús desde Génova, donde un tipo llamado Shhuravy nos expulsó de la UEFA en el minuto 91 del segundo partido de la eliminatoria, exhausto, mi padre me miró y me dio ánimos. Le dije que prefería romperme un brazo que hubieran echado al Oviedo.
Me miró a los ojos y me dijo : “Estáis locos”.
Ahora lo sé. Sí, estamos locos. Pero somos 27.000. Doscientos mil en esta ciudad y otros muchos en el mundo.
Locuras como esta son las que espero poder transmitir a otra generación.