UN ALCALDE DEL 18%

            Hay cosas que no seré capaz de comprender. Y eso me cuesta escribir cosas que no hacen amigos, pero digo siempre que callar es peor que opinar, acertando o errando, porque solamente el que dice lo que piensa es libre. Y aún creo que la libertad es algo que nos hemos ganado.

            No puedo comprender cómo un partido que se dice de gobierno, como el PSOE, vota a los que apoyan a los asesinos en la alcaldía de Vitoria, los mismos que hace nada, hace apenas 15 días en el global de la historia de este país, les mataban a tiros a ellos y sus compañeros porque no pensaban igual. No comprendo cómo pueden dar alcaldías, Diputaciones y comunidades autónomas a los partidos que hace nada decían que eran de la “casta y de la caspa” que había que sacarles de las instituciones y “enterrarles allí donde no vaya nadie a buscarles”.

            Dicen algunos que tenemos un déficit democrático los que no comulgamos con las ruedas de molino que nos quieren vender. Quizá sea eso. Quizá a uno que nació y solamente vivió en democracia, que ha pertenecido a asociaciones, corporaciones de derecho público, clubes deportivos y ayuntamientos, y siempre ha votado, y siempre ha respetado, resulta que algunos vienen a enseñarnos lo que es la democracia. Son los mismos que piden “freír alcaldes” o “matar ministros” en las redes sociales. Quizá nos falte dosis de democracia para comprender todo esto. O quizá no haya Dios que lo comprenda.

            El alcalde de Oviedo será el representante de la tercera fuerza política de la ciudad, con un respaldo del 18 %. 180 de cada cien que fueron a votar. Ese es el bagaje con el que ha de enfrentar el gobierno de la ciudad. Ese y muchas rondas sin pagar antes de entrar a la taberna. Demasiadas. Mucho por devolver y aún no ha empezado la fiesta.

            Y los que le apoyan son los que hace quince días, en campaña electoral, venían a acabar con la vieja política y jamás votarían, y, por encima de todo, jamás se integrarían, en un gobierno de los partidos de la casta. Eso no les ha impedido votarle en Oviedo y en otros muchos sitios, con un solo enemigo, el Partido Popular.

            Leo, en este mismo diario, loas sin medida a la supuesta “generosidad” de los partidos que se alinean para quitar la alcaldía de Oviedo al PP y sigo sin entender nada. El único que siempre lo tuvo claro, desde la misma noche electoral, fue IU. Nada que decir a este respecto. Creyó en un proyecto y lo defendió. Y lo llevo a cabo. ¡Olé por apostar, decirlo y ganar!

            El resto, tras haberse prometido que nunca, jamás, ni por asomo, duermen en el mismo lecho. ¿A eso se le llama generosidad? ¿ Y la coherencia viene en el mismo carro o hay que esperar que llegue por mensajero?. Simplemente lo dicho antes del 24 M no vale tres semanas después, y el objetivo es alegrarse de que pierda el rival, aunque el equipo de uno tenga cinco expulsados. La tristeza de quien nunca ha ganado nada.

            EL PSOE en Oviedo tendrá que dar muchas explicaciones a la FSA, que ve cómo en Gijón su lista, la más votada, se queda en la oposición y su líder sale entre vítores de sus adeptos.. SOMOS OVIEDO tendrá que sentar a su Asamblea y contarle a la gente que le dio el voto, que han hecho alcalde de Oviedo a un señor que es del mismo partido que les sacó de “La Madreña” a toletazos de la Policía Nacional y les derribó el edificio mientras lloraban.

            Muchas rondas por pagar, insisto. “¿Generosidad?”. No veo donde. “¿Déficit democrático los que creemos que el más votado merece el respaldo del gobierno?”. Quizá somos antiguos, pero quizá somos más demócratas que quienes se esconden, susurran y pactan por wassap, porque lo que no se puede contar con orgullo se susurra y se oculta.

            Nada más. Un alcalde de todos los ovetenses con 18 votos de cada 100 en las urnas. Dicen que es la aritmética electoral. La aritmética también nos lleva al absurdo. Esa que dice que somos seis mil millones en el mundo y mil son chinos. Uno de cada seis es chino. Si usted está en una mesa con cinco personas más, una de ellas es chino. Y si les mira y no han ningún chino, preocúpese: el chino es usted y no lo sabía. Estas son las tonterías de la aritmética. Pero mi ciudad creo que merece mucho más que números, susurro y wassap.

            Dicho esto, mucha suerte al nuevo alcalde. Su fortuna será al nuestra. Eso sí, no debemos flores a ninguna dama y seguimos creyendo en que los ciudadanos de Oviedo no querían esto. Debe ser el déficit democrático. O la aritmética electoral.

            ¡Qué términos tan complejos y tan alejados de las aceras de Vetusta!