VOLVER A LA CIUDAD DEL SHERIFF ROSÓN
Estimados lectores:
Regreso a estas páginas tras el merecido descanso vacacional mutuo, en que nos hemos distanciado durante veinte días, con las ganas de volver a mi ciudad, tras rodar por el mundo, y poder contarles muchas cosas. Contarles que he visto que la economía se anima, que la gente se gasta el dinero, que las playas estaban llenas, que había cola para visitar monumentos, que se pagaban entradas sin obstáculo para visitar museos. De contarles que el espíritu aciago del último quinquenio – y algo más – parece desaparecer y por fin este país nuestro se ha tomado vacaciones de la angustia, ha dejado el miedo en una gasolinera, y se ha subido en cualquier medio de transporte para conocer otros lugares.
Les prometo que venía con ese espíritu de bonhomía, para trasladar simplemente lo que he visto, compartir con ustedes que las cosas mejoran, y empezar todos, poquito a poquito, a tomar contacto con esa realidad que en septiembre nos volverá a convertir en seres frenéticos.
Pero llega uno a su casa y le esperan muchas cosas. El olor del hogar, y EL COMERCIO en su puerta. Espera uno recuperar el sabor de la tierrina. Pero, el pasado domingo, este diario decano, entrevistaba en profundidad a Rubén Rosón, concejal de Gobierno del Ayuntamiento de Oviedo.
Rosón es un tipo corpulento que posa en camiseta y bermudas, con esa estética agresiva que tiene alguna izquierda para demostrar que a ellos no les cambia nadie. Acaso deben creer que los demás, cuando éramos concejales de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo, llevábamos traje y corbata porque nos gusta pasar calor o que nos apriete el nudo en el cuello y no porque somos conscientes de que representamos a la ciudad, y la estética, en muchas ocasiones, hace la ética.
Este señor, al que han dejado “de guardia” para las urgencias estivales, acaba de llegar a un organismo que le es ajeno, pero ya parece dominarlo como Sheriff del antiguo Oeste, mirando las calles de soslayo, presto a sacar el revólver contra empresarios, delincuentes o privatizadores, que para él son sinónimos.
Considera ya el Señor Rosón que la ciudad es suya, y por ello se permite licencias, próximas al delito, indicando que acaso verá a los invitados de la boda del exalcalde Agustín Caunedo en los juzgados, como algunos de la boda de la hija de Aznar. Y lo dice y se queda tan ancho. Dice que todo lo que ha ocurrido en esta ciudad estos últimos 24 años es un cúmulo de robos a los ovetenses, y que ya están él y sus amigos para solucionarlo. Que va a municipalizar todo lo que le venga en gana, y que Wenceslao, el Alcalde, es un buen tipo, con el que habla casi todos los días, pero que bueno, que quede claro que él es el Sheriff. Sopla la punta de su pistola, la mete en el bolsillo de sus bermudas y continúa.
Como le parece poco darle a los rivales, pretende explicarle a sus socios de gobierno, Izquierda Unida, (que algo sabrán, porque llevan tres decenios en este Ayuntamiento frente a los recién llegados) que no olviden que él es el Sheriff. Que si les ve tomando un café con alguien del PP quizá tengan que pensárselo y les recuerda que son gobierno. Y los gobiernos, de los suyos, ya saben, no saludan ni a la oposición. Que si quieren seguir gobernando, tienen que despreciar a los que no son de su bando, que no pueden tener amigos allí y que él patrullas las calles.
Incapaz de reconocer error alguno, cuando se le recuerda que ha dictado un Bando siendo competencia indelegable del Alcalde, dice que seguirá haciéndolo como medio de comunicación con los ciudadanos. Lo cual, a buen entendedor pocas palabras bastan, quiere decir que él redactará y el Alcalde firmará sin leer, nos dice el Sheriff.
Suple la ya futura voluntad de los electores y afirma que no viene para cuatro años. Que SOMOS patrulla nuestros viales para mucho tiempo, el necesario para acabar con todo, municipalizar todo lo que sea posible y soplar el revólver cada mañana. Se gira, abandona al entrevistador y pasea tranquilo, mirando a los lados en busca de cualquiera que hable con quien no debe, que pretenda evadir la vigilancia de la nueva política, que pretenda abrir un negocio sin que él asista a la inauguración y dé su visto bueno ….
Y uno vuelve a su ciudad para encontrarse esto. Sinceramente, apetece volver a coger el coche e irse lejos de nuevo. Pero no podemos. Tenemos que trabajar para poder levantar este país, como hemos hecho entre todos, aunque el Sheriff crea que ellos solos son los que hacen las cosas. Y por otra parte, he tenido miedo irme. No olviden que las calles son suyas…..