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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

ESE CLIMA CALIENTE …

ESE CLIMA CALIENTE …

 

            El pasado domingo en ese París zarandeado por la locura que dicen religiosa  – pero puede ser de cualquier tipo, porque la locura de los que matan a otro no tiene justificación ni teológica ni humana- se aprobó el acuerdo de la cumbre mundial del Clima. Ya saben, un acuerdo de mínimos, pero en el que al fin participa China, el país más contaminante del mundo, y EEUU, que anda a la par, aunque se lo toma más en serio hace medio siglo.

            También Kioto fue un acuerdo de mínimos, pero logró que no se nos cayese el planeta encima en estos últimos años. Logró que las emisiones cesaren y logró que no nos quemara el sol a base de perforar la capa de ozono a machamartillo.

            En Asturias nunca hemos pensando en estas cosas, porque tenemos la lluvia que nos limpia el aire. O teníamos, porque llevamos un mes de diciembre que nos ha dado un par de sustos de medición. Y para ello, nos conformamos con memeces, como cortar 2 km de la entrada de la autopista un fin de semana de puente. Y ello mientras que la central más sobrecargada era Trubia, pero hay que subir hasta allí, y da una pereza…

            Tenemos que tomarnos en serio el cambio climático o él nos tomará en broma a nosotros. Hace apenas diez días leía un estudio en el que, con 2.5 grados de más de temperatura en el planeta, nuestra costa occidental, prácticamente desaparecería. Olvídense de Vegadeo, Figueras, la Rasa de Navia y casi todas las playas hasta cerca de Luarca. Recuerden con fotografías Salinas o Verdicio, porque se convertirían en lugares en los que el mar llega hasta el borde de la tierra e incluso se lleva las urbanizaciones cercanas a la costa.

            Mientras que no pensemos en serio que esto es un problema, haremos cosas como la de la autopista, para bajar las partículas momentáneamente, cumplir con la normativa y a otra cosa, que una vez que el número pasa, lo demás no nos preocupa.

            Ya saben que viajo a Milán asiduamente por motivos laborales.  Allí, usted no puede entrar al centro en coche sin pagar una importante cuota de ecotasa. E incluso pagándola, solamente puede entrar al centro alternativamente los días pares los vehículos con tal matrícula y los impares la suya. Esto favorece que se compartan coches, que se use el tren y el autobús y que, una ciudad que es 18 veces Oviedo, no tenga más problemas de contaminación que nosotros. El turista llega y conoce que debe usar transporte público y no pasa nada. Es como quitarse los zapatos en un templo budista o llevar una falda larga en una iglesia cristiana.

            En muchos países del mundo han entendido que no podemos cargarnos el planeta en una generación,  y que debemos tomar las medidas para evitarlo. Por eso se obliga a las empresas a comprar créditos de CO2 para poder contaminar, porque cuando a uno le tocan el bolsillo, suele evitar intoxicar. Porque así se asume que el transporte público no es una opción, es una necesidad.

            Porque cortar la entrada de la autopista de Oviedo es como intentar tapar la entrada de agua de un barco con un cartón. Inane y momentánea. Pero a base de cartones nos iremos a pique.

           

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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