AMANTES SECRETOS
Uno, que ha conocido solamente la democracia y ni añora ni respeta otra cosa que no sea el libre pensamiento propio y de los demás, observa recientemente cómo otros no practican idéntico deporte, muy sano para la salud mental y para la comprensión de las situaciones que se nos van presentando.
En estos últimos tiempos, como les cuento, he presenciado la salida inopinada a escena de una serie de extras que ahora se arrogan el papel de primer actor a cuenta de la novedosa situación política patria, en especial la acaecida en la ciudad de Oviedo desde el pasado mes de mayo. Son, los extras, gente de diente afilado, que quizá paguen ahora con los demás haberse visto condenados a papeles de segundón, imputando a todo el mundo – a eso que llaman “sistema” – su escaso o nulo éxito en las funciones precedentes.
Son acaso los mismos que, cuando salían de esta ciudad Benemérita e Invicta, se enorgullecían de su pertenencia a la misma, hacían gala de su limpieza, de su iluminación, del trato cercano al turista, de la buena calidad de vida. Ahora, mutados por una especie de síndrome conservado en algún oscuro rincón, sacan la espada para cortar cabezas a diestro y siniestro y encontrarse a la moda de la crítica a todo lo que, sin rubor ni respeto alguno, se atreven a calificar de “casposo, gris, y antiguo”, porque no les gusta, y lo que a ellos no les gusta, simplemente no es bueno.
Son, estos segundones, los que han estado arrimados al poder, silentes o conservadores, para ahora bramar a los cuatro vientos su necesidad de oxígeno, pues se sentía ahogados. No pidieron nunca aire, y más bien se les veía cómodos con la pretérita situación, pero ahora, definitivamente, lo que se lleva es la adulación al nuevo poder, por efímero e incoherente se muestre.
Permanecieron, en esa cobarde posición que da la desconfianza en uno mismo, y los muchos pecados que callar, durante el segundo semestre de 2015, por si acaso aquello que parecía que tanto les gustaba no duraba más allá que un buen sueño. Pero, una vez que parece que se consolida, dejan la cueva para habitar columnas de periódico, emisoras de radio y tertulias de café, que reclaman para sí como propias, como si los demás no pudiéramos, y no debiéramos manifestar una posición distinta.
Arrimarse a los que mandan siempre ha sido cómodo. No emplear la tribuna que a uno le conceden para criticar lo que está mal es más tranquilo, pero mucho más injusto, porque el que emplea su escaso tiempo en leer a los que confeccionamos opinión, espera algo distinto al miedo o la posición a media luz. Espera compromiso, a un lado u a otro, porque eso es lo valiente.
Y espera, sobre todo, respeto a la opinión ajena, porque de eso se nutre nuestro sistema, que tendrá mucho que cambiar, pero del que estamos orgullosos. No me encontrarán injuriando a los que nos llaman “casposos” o “caducos” a quienes simplemente no comulgamos con las ruedas de molino tan en boga. Me encontrarán siempre en contra de todo lo que creo que se hace mal, y si viene del poder dominante, no me importará enfrentarme, porque afortunadamente, como ya he dicho muchas veces, escribo por hobby, porque me sale del alma, no debo flores a ninguna dama y mi trabajo me da de comer, unos meses mejor que otros.
Pero tener amantes secretas durante veinticinco años (eso dicen que dura la “negrura” que se ubicaba sobre el cielo ovetense) y sacarlas ahora de paseo por el Parque San Francisco solamente nos demuestra que la infidelidad que tenían antes la tendrán después, que solamente falta otro motivo para fallar a los que ahora adulan.
Porque las amantes secretas suelen pedir regalos caros, y no siempre la pluma de un pobre cronista o la voz de un tertuliano les es suficiente.
Otros, durante 2016, seguiremos diciendo todo lo que no nos gusta. Mientras ustedes nos sigan leyendo, nos sentiremos suficientemente premiados.