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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

CAINISMO HISPANO

CAINISMO HISPANO

 

“Estoy firmemente convencido de que

España es el país más fuerte del mundo.

 Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma

 y todavía no lo ha conseguido”.

 

(Otto Von Bismarck)

Dos semanas han pasado desde que ardió Uría 58. Dos semanas con las calles cortadas, los negocios cerrados, la gente preocupada, los bienes calcinados, y las esperanzas, descreídas.

Dos semanas desde que se fue la vida de un valiente y casi otro sigue la misma senda. Dos semanas desde que, afortunadamente, se salvasen las de otros muchos.

Pero, inmediatamente a que el incendio se controló, a que se aseguró que no seguía habiendo llamas, comenzó ese deporte español tan arraigado de hacer leña de otros, de buscar culpables, de salvar la responsabilidad de uno echando basura sobre otros, o, simplemente, de cobrar viejas cuitas por el simple placer de ver como le va mal a los demás.

Casi inmediatamente a que todo acabara, con el edificio aún caliente, comencé a escuchar a un tipo de CSI echar a todos la culpa de todo. Quiso ser protagonista y no vaciló en un discurso exacerbado, incendiario – permítanme la licencia en este caso – y en hacerse fotos con supuestas bocas de riego que no funcionan. No sé si es cierto o no, pero en caso de serlo, y que este señor lo conociese, es culpable de no haber acudido a Fiscalía o al juzgado de instrucción. Pero quizá se reservaba para su momento de gloria. Ser portada de un periódico no se logra todos los días. Y recabar votos para las elecciones sindicales es una tarea ímproba para quien pretende vivir de ello.

He oído a otros, con idéntica desmesura, en este mismo medio, culpar de todo al Jefe de Bomberos. Sr. Torres. Desconozco la dinámica del incendio, y sé que todo no se hizo bien, pues ahí están los resultados, pero me consta la valía y sacrificio del Jefe de Bomberos, su profesionalidad, y años de dedicación al cuerpo. Que salga un señor jubilado, que ya no se juega nada, titulando una columna “Indigno de ser bombero” solamente me indica que este caballero es indigno de ser tomado por tal. Venir, desde el retiro, a cobrar los rencores que le tenga a quien fue su jefe, es vergonzoso.

E insisto en que no conozco lo acaecido en profundidad, como no lo conoce casi nadie y no lo hará hasta que concluya la investigación. Pero me creo totalmente a “Cuni”, el bombero que acompañaba al fallecido en el tejado del edificio antes de colapsarse, diciendo este domingo en EL COMERCIO que minutos antes del desplome, Torres trabajaba en la fachada, jugándose la vida.

Tome nota el de la CSI, que quizá conozca más la hora de liberación sindical que la de esfuerzo por los demás, o el jubilado, que desde el bar de debajo de casa opina como si estuviera en la contienda diaria contra el fuego, pero su única contienda actual acaso sea el dominó.

No olvide nadie que hubo un héroe, llamado Eloy Palacio, que no tenía que trabajar esa tarde, y acudió raudo en cuanto le llamaron y dejó la vida apagando un fuego.

Estoy seguro que, allá desde donde nos mire, al bombero heroico no le gustaría que, a cuenta de su nombre, nadie hiciere una polémica que a los únicos que no beneficia es a sus compañeros.

Mientras tanto, esta semana los colegios de Oviedo han seguido visitando el parque y teniendo nuevos héroes. Ese es el ejemplo. Lo demás, cainismo hispano en estado puro.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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