SERVICIOS PRESTADOS
Les he dicho en muchas ocasiones, y ésta (para mí con tilde, que la RAE en esto solamente hace una recomendación) no va a ser una excepción, que esta columna se nutre de lo que pasa en esta ciudad. De lo que ocurre en sus calles y en sus barrios, de lo que me cuentan cuando me encuentran de camino al trabajo, de aquello que me dicen en el blog, de lo que vivimos los ovetenses orgullosos de serlo.
Ahora que la crónica periodística es considerada género literario, los que no somos periodistas y siempre seremos aprendices de escritores, solamente podemos aspirar a que la pulsión de una ciudad tenga reflejo escrito y dejemos, entre todos, dichas muchas cosas para el futuro.
Pues en ese presente que vivimos, les cuento que comía yo hace unos días con mis amigos de la peña gastronómica ABC (Amigos de la buena cocina) que nos reunimos una vez al mes, en esta ocasión en el Nuevo Fondín, de Trascorrales – siempre recomendable, incluso mejor en su más amplio espacio, con cocina de mercado y producto de calidad, al que solamente se le puede reprochar que, si alguien lo sirviese con una sonrisa, ganaría muchísimo – y comentábamos lo acaecido en las últimas semanas.
Allí cesamos alcaldes, nombramos Presidentes de Gobierno, ganamos ligas y copas de Europa, elegimos al candidato republicano de los EEUU, cocinamos comidas de varios países, nos divorciamos de esposas y nos enamoramos de jóvenes que nos adoran y, finalmente, compartimos una buena mesa con amigos, que es lo importante.
Uno de los comensales, de quien no voy a dar el nombre porque desconoce cualquier tipo de vanidad y sé que le molestaría, nos comentó entonces que se jubilaba como médico de la Seguridad Social. Con todo el respeto, no les estoy hablando de un médico de familia de atención ambulatoria, es una eminencia en el tratamiento del Parkinson, reconocido en medio mundo, que imparte conferencias y que ha llevado la medicina asturiana a lugares donde no sabían que existía España.
Nos contó entonces que, tras 40 años ejerciendo la medicina, se jubilaba en apenas unos días. Le preguntamos cómo no nos lo había contado antes, que teníamos que homenajearle como se merecía – una nueva comida juntos, sin duda – y nos dijo que no le daba importancia, pero esa mañana se había enfadado notablemente.
Nos dijo que cesaría el día (imaginemos) 10 de mayo, que se cogía las vacaciones que le restaban (imaginemos, hasta el día 25) y ese día accedía a la jubilación. Los colegas de profesión habían ido pasando a verle, deseándole buena suerte en su nueva etapa, y agradeciéndole lo que habían aprendido a su lado. Los jefes aún no, pero esperaba por ellos.
Pero esa mañana, la mañana de nuestra comida, le había llegado un SMS a su móvil: “D. ***, se ha cursado su baja ante la Tesorería General de la Seguridad Social con fecha del próximo 25 de mayo de 2016”
Eso fue todo. Ni un agradecimiento, ni un reconocimiento, ni una palabra de aliento. Nada. Un SMS que te manda una máquina diciéndote que el empleador al que has dedicado cuarenta años de tu vida, el Servicio Público de Salud, ha cursado tu baja.
Esta es la tristeza del momento que vivimos. Uno se va, otro vendrá. Un número más, una baja. Un alta. Ese es el premio a los servicios prestados.
La nota de color la tuvo que poner otro de nuestros comensales, que, en tono jocoso, añadió: “al menos, si fuera el Generalísimo, te mandaba un motorista”. ¡Qué amarga es la broma que nos deja ese poso sobre la actualidad, acaso no mejor!
PD. Sr. Alcalde. ¿Se acuerda de lo de la Senda del Parque de Invierno? Se lo comento por si no viene por aquí. Sigue cerrada. En 10 días, los niños no tienen colegio por las tardes.