Hoy voy a dedicar unas cariñosas líneas a los que hace tiempo han decidido emplear su tiempo y su malicia en ensuciar nuestra ciudad de modo constante. Los que han gastado su dinero en comprar sprays multicolor  para, con posterioridad, al abrigo de la noche, o del grupo de secuaces que los circunda, pues los cobardes siempre se escudan en el anonimato del colectivo, dejar su huella apestosa en nuestras calles, en nuestros puentes, en nuestros muros…

            Es decir, esos que se dedican a hacer pintadas. Y no me sirven cuentos, eso no es arte. Una cosa es el graffiti, que sí es una disciplina artística de aquellos que dibujan lo que su mente y su alma les dicta, y que utilizan espacios urbanos. Esos que incluso han sido muestra de alguna rebelión social. Pero esos artistas cuentan algo, nos dejan prueba de su disciplina y hace años que se les llama para decorar locales, persianas de bajos comerciales, e incluso espacios públicos de acuerdo con las autoridades locales. Sus murales son arte.

            Sin embargo, los nombres repetidos de cuatro macarras que podemos observar permanentemente en las calles de Oviedo, KENO, CASUR, NINJA, RAZA, no son más que la expansión de una personalidad que no respeta lo ajeno. Quizá de una juventud irracional que cree que los demás tienen que ver lo que a ellos les plazca. Y eso no es sino una forma de dictadura. Ellos quieren tener perpetuamente el mando de nuestras televisiones, ellos eligen, ellos ensucian.

            Y no dudo que un mural de un graffitero es arte, y que quien en el mismo expresa un sentimiento está colaborando con el mundo cultural entendido en su más amplio espectro. Pero quien pinta su nombre en los muros dela RondaSurno es un artista, es un guarro.

            Lo más extraño es que me consta que alguno de ellos está perfectamente identificado por la policía. Pero, como en la mayoría de las ocasiones su tropelía es una falta, desde el punto de vista penal, por una puerta entran y por otra salen.

            Y mientras tanto, las calles de nuestra ciudad muestran la suciedad de sus nombres multicolores y dictatoriales. Tenemos que levantarnos por la mañana y verles al abrir la persiana, o de camino al trabajo, o al tomar el café. Y para limpiarlo, se gasta nuestro dinero, no lo duden ni un minuto. La limpieza de sus tonterías se hace con mi viñeta, con su IBI, con nuestra plusvalía, con lo recaudado por el servicio de grúa municipal cuando se lleva nuestros vehículos ….

            Así que cada vez que un atolondrado de estos se cree más macho en Vallobín, no está robando un euro del bolsillo. Cada vez que un grupito dibuja una pared deLa Florida, usted y yo lo estamos pagando. En cada ocasión que se dedican a pintar su nombre en Foncalada, justifican que nos suban un poquito los tributos locales.

            Así que basta ya de risas y complacencia. Existe una ordenanza cívica que habría que aplicar a rajatabla, pero por encima de ella, debería existir la colaboración ciudadana y el implacable código penal para quien lo merece.

            Cada una de sus tropelías, si cuesta más de cuatrocientos euros, es un delito, y en cuanto uno suma dos en su historial, se pasa un tiempo en la vecina Villabona, donde seguro que te dejan pintar a tu criterio, a la hora que quieras, y en todos los muros de la prisión. O quizá no, pero quizá aprendas que la ciudad es de todos y no tuya. Y que los que madrugamos cada mañana, nos negamos a pagar con nuestro dinero la limpieza de tu basura. Si quieres, te regalamos una libreta, y copias tu nombre cien veces.

            Es lo máximo que os vamos a regalar.