Y AHORA LOS DE LA OSA …
Ya les conté hace un par de meses que los datos de la Delegación de Gobierno en Madrid decían que, a fecha 15 de octubre, habían tenido lugar en la capital de España 2.322 manifestaciones. !Ahí queda eso!. Es decir, al menos ha habido 2.322 grupos de personas que han decidido emplear su tiempo en solicitar los permisos necesarios y trasladar a la calle sus reivindicaciones.
No he tenido tiempo a observar en detalle el contenido de los manifestantes, con independencia que no es público de modo absoluto. Pero soy respetuoso hasta el máximo con quien, usando un derecho constitucional, manifiesta su descontento con algo que no le place. Con los de después, no. Me refiero a los que se quedan para tirar contenedores, romper escaparates de humildes comerciantes o enfrentarse a la Policía. Esos podrán tener algo de razón en el fondo, pero la pierden absolutamente en las formas.
Dicho esto, voy a abrir de nuevo mi sección “haciendo enemigos”. Pero es que hay cosas con las que no puedo. Y sé que lo prudente es pasar y no decir nada, pero sé que el día que me las calle seré pez muerto de los que lleva la corriente, y a eso, de momento, me niego.
Pues el caso es que este jueves, día después de Navidad, pasaba ocasionalmente por delante de la Consejería de Agroganadería. Venía yo corriendo y hablando por mi móvil, saliendo de un sitio para poder llegar a otro. Vamos, una estampa más del trabajo diario de los que madrugamos y corremos para ganarnos el sueldo. De los que entendemos que protestando se consigue menos que trabajando. Pero bueno, para gustos hay colores. O mejor dicho, algunos tenemos obligaciones y creemos en que entre todos saldremos adelante. Y somos de los que, además, nunca nos han regalado la sopa boba.
Interesándome por la reivindicación concreta que se sostenía por el grupo de unos sesenta o setenta participantes, una chica muy amable me informa que están allí para lograr la “libertad de la osa Molinera, sometida a un insoportable presidio”. Me debió ver la cara de asombro, porque me lo repitió.
Ya por curiosidad, cuando tuve oportunidad, consulté si había oído bien. Y sí, lo había hecho. Al parecer, reivindican que una osa – que se hirió en una caída, y fue rescatada, ha sido curada, fue liberada, pero no se ha reintegrado adecuadamente en el medio , ha sido llevada a un cercado en Santo Adriano – sea puesta en libertad inmediata para salvar su enorme sufrimiento. Y, no contentos con eso, solicitan la dimisión de la Consejera.
Pues así es la vida. En una región devastada por la crisis, con la gente durmiendo en sus empresas para que no las desmantelen, con miles llenando las oficinas de empleo, con otras tantas al borde de la desesperación, hay un grupo de gente que se manifiesta por la libertad de una osa, que dicho sea de paso, fue rescatada, curada y medicada con medios públicos.
Yo me voy a callar, sinceramente. Lo que se me ocurre no sería agradable. Con contárselo creo que he hecho bastante. Que lo sepan. Las oseznas viven prisioneras insoportables del régimen dictatorial del Gobierno del Principado de Asturias. Y la Consejera no es quien la ha curado, es su carcelera.
Sí, sí, ya me callo, que se me calienta la boca e igual mañana los tengo debajo de mi ventana para que libere al gato.