EL RECONQUISTA Y LA RECONQUISTA
Leo, el pasado domingo, en las páginas de EL COMERCIO, una excelente información en la que se narra cómo el Hotel de la Reconquista languidece en el centro de Oviedo, sin padre, ni madre, ni perrito que le ladre.
Varios gobiernos incompetentes no han sabido hacer nada con una de las joyas de nuestra hotelería. Y mientras tanto, otra joya similar, el hotel Alfonso XIII, sigue pujando entre las joyas andaluzas. Venir un fin de semana a una joya del XVIII como es el Reconquista no llega a los 200 €. Hacer lo mismo en el Alfonso XIII, no baja de los 850. Y, a mayor abundamiento, allí hay gente, y aquí está vacío.
Ahora, el concurso que ha convocado el Principado de Asturias para su arrendamiento se prevé que quede desierto. Hay que pagar casi 400.000 € al año, invertir dos millones más, asumir que si se gana dinero el canon sube y subrogar la plantilla del hotel, entre ellos el gerente, nombrado en 2005 por el Gobierno Regional. Es decir, uno tiene un producto que vale poco y pide mucho por él. En lugar de revalorizarlo, darlo en condiciones ventajosas, que el propio establecimiento se gane su valía, no, en lugar de eso, sacamos un concurso para que no vaya nadie. Y así, si no va nadie, es la única posibilidad de poder venderlo directamente. Y si luego llega un amigo de los que mandan y se lo lleva por cuatro perras, siempre habrá un político del gobierno que diga que se ha hecho todo por el pliego. Y un interventor amigo que lo corrobore. Y una pléyade de voceros que digan que han hecho todo lo que podían. Cuando se muere un ser querido y el médico dice que se ha hecho todo lo que se ha podido es quizá la peor frase que se pueda oír. Uno no quiere un equipo médico especializado, quiere uno que salve vidas. No queremos un gobierno que sea incapaz de hacer nada con SEDES y que permita que el Reconquista se deteriore hasta que sea material de desguace.
Es demasiado importante en nuestra Historia para permitir que todo se nos caiga. La crisis conlleva imaginación, valentía, empeño y profesionales que sepan hacer las cosas. Se ha llevado por delante a miles de empresarios que bordeaban la legalidad o trabajaban lo justo. El que aguanta es porque lo merece y porque a base de empeños y sacrificios sigue luchando, sigue inventando cada mañana cómo sobrevivir. Y así debieran ser nuestros gobernantes, orgullosos de aportar ideas para que nuestro patrimonio – y el Reconquista sin duda lo es – se salve de este momento nefasto que, no obstante, algún día acabará.
En la cuna de la Reconquista, no podemos permitir que el hotel homónimo sea una muestra más de cómo está esta región, sumida en el marasmo de la incapacidad de quienes nos gobiernan para mirar a ningún sitio que no sea su propio ombligo, mientras vocean que lo hacen todo por nosotros. Por mí, sinceramente, para hacerlo así, mejor lo dejan.
Es un símbolo. Acaso uno pequeño. Quizá no nos afecte en nuestro quehacer diario, pero es un ejemplo de lo que nos está pasando. Simplemente merecemos que se nos cuide como hacen los andaluces, tan hundidos como nosotros, tan pobres como nosotros, pero orgullosos de lo suyo. Quizá, cuando ya no queda nada, solo el orgullo nos salve.