¿ESTO ES DIGNIDAD?
El pasado sábado llegó a Madrid la denominada “Marcha por la dignidad”. Fue convocada en varios lugares de España y todos confluyeron en la plaza de Colón en Madrid. Me gustaría poder decirles quién la convocó o qué reivindicaban, pero no tengo la menor idea. He leído prensa, escuchado radio y visto la televisión, pero en ninguna de ellas he logrado conocer motivos y convocantes. Todo ha quedado empañado por lo ocurrido tras la marcha. Como siempre.
Todo comienza cuando, al llegar a Madrid, se la da manija del evento a un idiota (la idiocia es una enfermedad, no lo olvidemos) incapaz de ordenar y orientar a un grupo más de tres reunidos. Guillermo Toledo, con un curriculum intelectual envidiable, porque no ha hecho nada nunca y vive como un señor, eso sí de izquierdas, y radical, se sube a la tribuna de los oradores y se cree Nerón. Y expande fuego verbal a todo el que le quiere escuchar. Su mensaje, de un calado político envidiable, tiene frases del tipo “Ná pa los de arriba, tó pa los de abajo” (sic), “que se vayan”, “ a por ellos” y “fuera, fuera, fuera”. Sí ya lo sé. Usted también envidia su clarividencia y su pensamiento de Estado. Yo también, sin duda. ¡Qué maestro!.
El tipo abandona el estrado y se va a cenar a un buen restaurante, con buen vino, y en coche, que uno es de izquierdas pero no imbécil. Y ya hay bastantes pobres para que haya uno más. Una vez incendiada la plebe, a tomar buen vino.
Y claro, la cosa se dispara. Arrasan con todo lo que encuentran. Porque hay un grupo de gente que disfruta destrozando cosas. No lo duden. No es envidia, es cerrazón. De la manifestación solamente he podido quedarme con un banco Barclays destrozado, más de veinte policías heridos, de los que he visto caer a pedradas a muchos, locales de pobres vendedores de ultramarinos destrozados – claro, deben ser empresarios y por tantos miembros del sistema capitalista , aunque trabajen un sábado tarde a ver si venden dos latas de refresco – coches volcados, y, mi querido, nuestro emblemático Café Gijón sin bancos y con los cristales rotos (debe ser que la historia de la literatura también es de derechas).
En lugar de esconderse allende los mares, todos aquellos que hayan preparado esto, el domingo sale un tipo de melena que dice que “violencia son los desahucios o la violencia de la banca” y que “están legitimados para defenderse de la Policía”. La verdad es que no tenía parecido físico, pero debía ser hermano de Willy Toledo, porque tiene la misma agudeza política que el que el día anterior había encendido la mecha.
No es la primera vez que en estas páginas me lamento de lo que están haciendo algunos con nuestro país. A la banca se la combate en los juzgados, al gobierno, en su caso, en las urnas, a los curas, en la Iglesia, a los musulmanes extremistas, no yendo a la mezquita, y al tabernero que abusa, no volviendo a su restaurante. Eso son medios cívicos. Y el debate y las ideas, lo más importante.
El animal que tira una piedra ya puede tener toda la razón del mundo, que si es por mí, se va a la cárcel seis meses y la próxima piedra se la piensa, porque el Policía que el sábado perdió un ojo, va a recordar esa piedra toda la vida. Cuando la piedra sale de su mano, su razón se va prendida en ella.
El domingo nos dejó Adolfo Suárez, ejemplo máximo de lo que significa dialogar, negociar, transigir y ganar para todos. Pasaba una enfermedad que le impedía recordar. Lo único bueno de estos últimos años es que no pudo ver a su España ocupada por delincuentes que rompen todo lo que encuentran.
Esperemos que no destrocen todo lo que tanto le costó a Suárez y a su generación conquistar.