¡TENGAS PLEITOS … Y LOS GANES!
Así reza el maleficio gitano. Incluso ganándolos, los pleitos son una condena. En un país en el que la media judicial de una resolución en primera instancia son siete meses, diecisiete en la Audiencia (son tres meses en nuestras Audiencias Provinciales, pero dos años y medio en Madrid y Barcelona) y cinco años en el Tribunal Supremo, el que gana, también pierde.
Bueno, pues el Principado de Asturias es de los que litiga. El funcionario se ha mostrado siempre rebelde a aceptar sus condiciones de trabajo que, aunque no lo vea, son un premio de lotería. Cierto que se pasa una oposición, pero cierto también que en la situación actual, en la que un tercio de la población pasa hambre y todos buscan trabajo – para sí, para un hermano, para un yerno, para una suegra – tener asegurada una nómina a final de mes es una suerte envidiable. Por eso nunca he entendido las manifestaciones de funcionarios por trabajar dos horas más a la semana por los días Moscosos que ningún otro trabajador tiene … Pero bueno, eso es harina de otro costal, que yo no quería hoy entrar en discusiones, que se me calienta la tecla y luego me cuesta discutir en el blog.
El caso es que el Principado de Asturias perdió 55 pleitos contra su personal el año 2013. Y eso nos costó, a todos los asturianos, 836.000 € en indemnizaciones. El más castigado es el IDEPA ( ¡bendito negocio este!) y el SESPA. Quiere decir que en Sanidad funcionamos mal con los pacientes y peor con los de casa, todo un logro.
Presenta ese informe el Principado, pero no nos cuenta qué tipo de asuntos tuvo ni cuántos fueron. Nos dice los que se perdieron y lo que costaron, pero no cuántos existieron en total, ni los que se ganaron. Sí hay varios Directores Generales que parecen enorgullecerse de no haber perdido un solo pleito contra personal propio. ¿Pero cuántos tuvieron, señores?. A lo mejor ninguno, y no nos mienten. Ninguno perdieron, ninguno ganaron. La mayor mentira siempre es una información a medidas.
Me extraña sinceramente que se dé una información tan sesgada, cuando, de ser un dato positivo, se daría en su totalidad. Mire usted, tuvimos X pleitos y solamente perdimos 55. Nos reclamaban X millones de € y solamente pagamos 836.000. Somos los mejores, tenemos unos servicios jurídicos de diez y nos vamos a comer para celebrarlo.
Pero no, resulta que solamente sabemos los que se perdieron y lo que nos costaron. Extraño, insisto, extraño. Y más sabiendo la especial beligerancia del funcionario hacia el patrón, que en este caso es la Comunidad Autónoma. He conocido elecciones sindicales en ese ámbito, y puedo decir que son más duras que en la mina o en el metal, donde se buscaba cada voto pozo a pozo, obra a obra, aquí se busca mesa a mesa, papel tras papel. Los sindicatos de la función pública se han convertido en grandes monstruos que pleitean de modelo, y por eso 55 me parecen pocos. Pero como no sabemos, no podemos decir más que lo que conocemos.
No obstante, quizá lo mejor es que el año que viene dijéramos que no ha habido ninguno. Hace un par de años se aprobó la ley de Mediación. Esta, superando la ineficaz ley de Arbitraje, pretende solucionar un 40 % de los litigios con la labor de los mediadores, que en el ámbito laboral, y especialmente en el del funcionariado, pueden tener una labor importantísima. Ni los políticos dan todo lo que podrían, ni los sindicatos ceden un ápice cuando se sientan en una mesa. Quizá necesiten un mediador. Quizá les sobre un juez, que tiene que solucionar asuntos más importantes que un horario o un día de permiso.
Pensemos en la mediación, que puede ahorrar tiempo y dinero. Y nace desde la idea de que el conflicto pasado debe ser una base para evitar uno futuro. Desde la asertividad positiva y el espíritu de escucha quizá se gane más que con demanda, contestación, prueba y conclusiones.
Y quizá el año que viene haya muy pocos pleitos y los hayan ganado todos, funcionarios y administración, porque siempre que se llega a un acuerdo, ganan las dos partes.