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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

LA SIDRA Y LA COCAÍNA

LA SIDRA Y LA COCAÍNA

 

            Cuando el demonio se aburre, con el rabo mata moscas.

La tradición popular de este país es de lo más sabio que tenemos. El español, y el asturiano el que más, porque para eso somos la cuna de esto que ahora llamamos España, una amalgama de pueblos y personas, monárquicas y republicanas, de todas las razas, de diferentes orígenes, que han logrado convivir pero, eso sí, son ansiosos, y que gustan de las discusiones bizantinas.

Resulta que cuando hay un asunto de importancia, lo ventilamos en nada, con cuatro trazos, o bien lo dejamos pasar, o bien nos oponemos frontalmente, acaso conscientes de que nada podríamos hacer al respecto. Baste ver que un asunto tan importante como las elecciones europeas tuvieron una participación mínima. Pero, eso sí, discutir sin sentido, solo por el hecho de poder decir en el chigre que tenemos razón, eso nos gusta como el caramelo.

En trámite el proyecto de ley asturiana sobre drogas, surge el debate público y privado acerca de qué hay que considerar drogas. Y escuchamos a expertos en la Comisión de Sanidad de la Junta y a otros que vierten sus opiniones en medios de comunicación.

Y resulta que entre las drogas cuya prohibición o regulación se propone se pretende incluir la sidra. ¡Que sí, como se lo cuento!. Y uno tiene que escuchar a “especialistas” decir que el alcohol es una droga y que la sidra tiene alcohol. Así que merece idéntico trato la metanfetamina, el LSD y la sidra de barril. Con tal de que esté fermentada, es un veneno. Si ve usted a alguien con una botella verde en Gascona, no lo dude, llámele yonki, que se lo merece.

¿Hemos perdido el norte o simplemente nos gusta la desmesura y el debate estéril?. Espero que sea lo segundo, porque lo primero nos conduciría al desastre. Si estos son los expertos que tienen que exponer un criterio a los políticos, mejor llaman a otros que no sean tales. Yo no lo soy, pero presumo de tener sentido común y cordura. Creo que debemos prohibir el consumo de drogas en el proyecto de ley que se plantea (aunque quizá debiéramos legalizarlo y acabar definitivamente con las mafias y garantizar que quien decide consumir toma algo en condiciones y paga impuestos por ello, pero ese es debate de otro día), creo que debemos limitar el uso de alcohol de alta graduación (super alcohólicos que llaman en Europa, tipo whisky, vodka, ginebra …) y que el consumo del resto ha de ser libre. No creo que la cerveza en un país con un consumo moderado, el vino en la patria del derivado de la uva que exporta calidad y cantidad o la sidra, en una tierra la nuestra con una cultura especial en torno a la bebida autóctona, tengan que ser objeto de regulación en una ley que pretende evitar el consumo de drogas. El vino, la sidra o la cerveza no pueden considerarse tales.

 

Y no me vale el argumento de que en exceso causan daño. Coño, como todo. Para eso no hace falta llevar expertos a ningún sitio. También la cocacola en exceso hace daño, y hasta el zumo de naranja, que es un producto natural al 100 %. Y el brócoli, que ahora parece cura a uno que está en la misma puerta de la muerte, si comes mucho, también te sienta mal.

Pero eso, que como nos gusta discutir lo absurdo, llevamos expertos a que nos digan que la sidra es una droga. Parece que no tenemos bastantes problemas que nos queremos crear otros.

La sinrazón por exceso de prudencia. En todo caso, apúntenme entre los yonkis. Yo consumo sidra. Espero que no me miren mal.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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