Si le cuento yo a mi abuelo, que en paz descanse, que en Oviedo habría un día un conflicto con los anglicanos por la utilización de la capilla del cementerio ovetense, pues los católicos reclamaban la iglesia para sí el día de todos los Santos, quizá no lo creyese, y quizá me preguntase, sin duda, qué es eso de los anglicanos. Finalmente, seguro que preguntaba si no estaban allí los grises, y que, en ese caso, seguro que los anglicanos esos tenían mucho que perder. Eran otros tiempos.

            Y resulta que sí, que había anglicanos, que, al parecer, legítimamente, llevan dando misa en esa capilla desde hace más de un año, con tolerancia y publicidad. Pero el Arzobispado dio la orden de que no se diera ni una más, que la capilla dicen que pertenece a la Iglesia Católica, y menos aún el día de los difuntos, en el cual el Sr. Arzobispo oficiaba en El Salvador.

            Dicen los anglicanos que el cementerio es de titularidad municipal (hecho cierto, pues se limpia y se cuida desde el Consistorio) y que, por tanto, tienen el mismo derecho que los demás a usar esa capilla. Dice la jerarquía católica que nanay de la china, que la capilla es suya, y que allí no da más misa que quien ellos quieren.

            El Arzobispo y el Pastor de la Iglesia Anglicana conversaron en la Sacristía el día 1, pero no se escucharon. El primero le dijo al Pastor que ya sabía cómo se bajaba a Oviedo desde el Cementerio, así que cuando quisiera podía ir marchándose. Y que, al más mínimo problema, había una pareja de la Guardia Civil fuera a la que podía contar sus penas (¿ven como cuando mi abuelo preguntaba por los grises era por algo?). El Pastor, acaso más humilde, salió con el rabo entre las piernas, miró de reojo a la Benemérita y se fue cuesta abajo por San Esteban de las Cruces no sin lamentar la situación y la desmesura de que hubiese dos miembros del Cuerpo para vigilar la situación.

            Decía Jose María Sanz en una de sus canciones, acaso irreverentes, que el “multiculturalismo es el nuevo fascismo, pero más hortera”. No llego yo a tanto, pero a cuenta de tanta igualdad, de tanto politeísmo, de tanta variedad acaso forzada y de intentar que nadie se sienta soliviantado por tener un grano en la cara, la tez más oscura o una tendencia sexual determinada, a veces,  llegamos a la incoherencia.

            No tengo ni idea de a quién protege la legislación para dar Misa en el Cementerio de Oviedo. Y sé que nunca he visto a los anglicanos en el cementerio y llevo treinta años subiendo por allí, aunque tampoco veo correcto que se les invite a marcharse como si la finca fuera privada. Donde hay lógica, no se necesita ley. Ni papeles. Ya que se vieron en la Sacristía, era bien sencillo. Nosotros a las 10, vosotros a las 12. Y el año que viene, el horario inverso.  Que buen día, que des recuerdos a tus fieles, que a ver si un día comemos, y que nos respete el tiempo. Que Dios te guarde. Igualmente.

            Tan sencillo como esto. Pero no, nos gusta hacer las cosas complicadas. Dos días de periódico, malévolos columnistas opinando y, lo que es peor, ya han anunciado que lo van a poner en manos de sus abogados.

            Nos va la marcha, definitivamente. Y si no hay problemas, los buscamos.