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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

LA SANGRÍA DE LA LAU

LA SANGRÍA DE LA LAU

 

            El pasado 31 de diciembre de 2014 concluyó la moratoria que la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 dio a los contratos que estaban vigentes a su entrada en vigor. Previó aquella ley que, como máximo, los negocios que pagaban la denominada “renta antigua” pudieran seguir haciéndolo dos decenios, pero, con independencia de sucesores, de padres a hijos, o de sucesivos traspasos, el contrato se extinguiría, de todas todas, el 31 de diciembre de 2014.

            Hace ya tiempo que inquilinos de negocios sabían que la fecha llegaría y que todo se acababa. La ley, erróneamente, no pensó en un período de adaptación, en el que ambas partes fueran adecando las circunstancias del contrato a la realidad, paulatinamente. Pero no, todo quedó para el 1 de enero. Y el 1 de enero se apagó la luz.

            Yo he pensado muchas veces en los propietarios, esos que vemos en los despachos profesionales que cobraban de su inquilino, al que le tenían arrendado un local en el centro de Oviedo o Gijón, acaso 30 € mensuales, que no les daban ni para pagar al contable. Por ser gráfico, hace unos años, el propietario de un local en el que se encontraba – y se encuentra – un club de alterne en Oviedo, cobraba 48 € mensuales. “Menos de lo que cuesta una botella de champán con una chica” se le mofaba el inquilino. Ahora es el inquilino quien llora.

            El caso es que una ley ha modificado nuestras ciudades. Hemos visto, a lo largo de 2014, legendarios negocios que iban anunciando su liquidación, no como estrategia comercial, sino como parte anunciada de un suicidio que tenía fecha. Negocios en los que nuestras madres nos compraban los zapatos de críos (“Chavalín”) o históricos bares y restaurantes (“Nalón”), han pasado a la historia de la ciudad.

            Era inasumible pasar de pagar rentas de 30 € a 500 €. Ni a 400. El momento del fin de la moratoria de la LAU ha llegado en mal momento para los inquilinos – pero ese momento iba a ser malo siempre – mas en mal momento también para arrendadores, porque en tiempos de retracción como vivimos, sus locales ya no tienen la salida que tenían.  

            Hace un par de semanas cerró la mítica Boalesa, tras un siglo y tres generaciones comerciando en esta ciudad. Y otros muchos más. No tendríamos páginas para contar las tiendas, negocios y restaurantes que han dejado nuestra ciudad por efecto de la LAU.

            Pero esta semana me he enterado del último, y acaso el más significativo por lo que contenía. El legendario bar de copas Pick Up echaba el cierre. En la calle Schultz, junto a la Catedral, han sido muchos años poniendo música y licores. Pero, sobre todo, ha sido protagonista de lo más granado de la cultura ovetense y asturiana tras sus puertas. Allí pasaron muchas noches poetas, académicos, empresarios, escritoras, pintores, periodistas … Allí se construyó la mentalidad política de varios decenios, allí se leyó y se opinó.         

            Allí, Vivancos pintó el legendario mural en el que compartían pared Ángel González, Úrculo, Emilio Alarcos, Pedro de Silva, Graciano Garcia, Chus Quirós, Mª Teresa Álvarez, Faustino Fernández Álvarez e Ismael Rey. Todos ellos. En una joya que seguíamos mostrando a los foráneos cada vez que venían a conocer Oviedo y les mostrábamos la noche ovetense.

            Esa joya, lamentablemente, también la enterró la LAU.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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