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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

LA DESOLACIÓN HOSTELERA DE VETUSTA

LA DESOLACIÓN HOSTELERA DE VETUSTA

 

         Enero es un mes terrible para la hostelería. Tras los pantagruélicos banquetes que nos hemos infligido en diciembre, se nos han acabado las ganas de comer y nos ha desaparecido el dinero para pagar nuevos ágapes. Tras un mes en el que nadie come en su casa, viene un mes – o un trimestre – en que ya nadie come fuera.

            Presenciar los bares y restaurantes en estos días es un ejercicio de desolación. Cuasi vacíos, solamente algunos apuran un caña o un vino. Algún café y un pincho, pero pocos se sientan a sus mesas de medio día y no digamos ya a la noche. Ha llegado el frío y la lluvia, y, como me comentaba un hostelero el pasado miércoles, es mejor no abrir, porque hay que pagar el personal y la luz. Personal que no trabaja para nadie y luz que ilumina a cocineros y camareros, que acaban cocinando para ellos mismos antes de irse a la cama tras una jornada nocturna de inactividad absoluta.

            Y si el escenario fuera poco duro, su aditamento son las terrazas. No sé de quién es la culpa de esto que está pasando, pero es aterrador que nadie quiera meterse con el asunto. No quiero darles nombre, que para eso este periódico recauda publicidad, pero en mi vida consciente había visto vacía una conocida terraza de la calle Fruela, una de las mejor posicionadas de Oviedo, que ahora se ha reducido a cuatro mesas sin el abrigo del toldo que la cubría y en la que, en esta semana, no he visto a nadie sentado nunca. Idéntica situación en la calle Oscura, donde la mayoría de las mesas y sillas han desaparecido. Y en la parte inferior de Gascona, y en la calle Los Avellanos. Y en tantas otras …

            Ya nadie puebla los restaurantes y ya nadie se sienta en las terrazas. El pulso de esta ciudad a las 8 de la noche empieza a parecerse a Bruselas o a Munich. Las calles desiertas y silenciosas, las terrazas vacías. El frío que nos ha venido esta semana y la lluvia, que ya no recordábamos, refuerza esta sensación.

            No sé quién es el culpable de esto, si el actual equipo de gobierno o el anterior, pero sí sé quién tiene la solución, y es precisamente quien gobierna. Si la ordenanza se aprobó y se ve que nos va a llevar por delante los negocios de hostelería, existen medios administrativos adecuados para cambiarla. Se llama voluntad política, ganas de hacer las cosas  e intención de apostar por los empresarios de esta ciudad, que son hosteleros. Pero quizá haya un prejuicio contra los empresarios en general, se dediquen a lo que se dediquen.

            El objetivo de la ordenanza era – según se cuenta cuando muchos preguntan qué narices estamos haciendo en esta ciudad Benemérita – facilitar a quienes tienen limitaciones sensoriales o de movilidad su paso en las aceras. Se nos dijo que las aceras son de los peatones y no de los negocios de hostelería.

            No lo niego. Será así, pero quizá compartir no estaría mal. No creo que exista una sola silla de ruedas que no haya pasado por una acera porque una terraza de hostelería, sinceramente. Ni que un ciego se haya caído por trabarse contra una mesa. La acera no es de hosteleros ni de discapacitados. La acera es de todos, incluso de los que pensamos que se debe convivir.

            Cuento un ejemplo antes de dejarles con sus quehaceres matutinos de este sábado. Como parte de las medidas supuestamente favorecedoras de los discapacitados se están apartando las papeleras de las aceras desde la parte lindante con los edificios a la más próxima a las calzadas.

            Coincido mucho con una invidente, vendedora de la ONCE, a quien veo todos los días en la calle Foncalada. La semana pasada se cayó al suelo. La levantaron varios viandantes, y lo hacían cuando llegué al lugar. No le ocurrió nada. Siguió caminando. Al preguntar el motivo, un señor me indicó que viene con su bastón pegada a la fachada, y que habían cambiado la papelera, y como conocía de memoria su calle y sus “referencias” , las perdió sin la papelera y se cayó delante de un garaje.

            Piensen, señores legisladores municipales, piensen ….

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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