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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

MÁS DESOLACIÓN HOSTELERA EN VETUSTA

MÁS DESOLACIÓN HOSTELERA EN VETUSTA

 

            El pasado sábado les hablaba de las terrazas. De las “no terrazas”, mejor dicho. Y uno, que intenta vivir pegado a la actualidad de esta ciudad que poblamos, logró captar la atención de muchos, y generar debate, que es para lo que estamos. Digo que generamos debate a la luz de los mensajes que me remiten al blog y de los comentarios que me hacen en la calle.

            He de confesar, de idéntico modo, que el debate es desigual. Pocos son los que ven alguna mejora en la nueva normativa. Generalmente no son aquellos para los que se creó la norma, los que padecen alguna discapacidad y limitación de movilidad. Los que más lo agradecen son los que han convivido con las terrazas durante estos años, que afirman que el ruido se ha acabado y sus calles lucen más limpias.

            Frente a ellos (creo recordar que la normativa no tenía como destino acabar con las reuniones de ovetenses frente a una botella de sidra y que la ciudad sigue renovando sus premios anuales por la limpieza) la aplastante mayoría ve que la ciudad ha cambiado, y lo ha hecho a peor. Soy de los que valora enormemente caminar o correr en la ciudad cuando se encuentra medio vacía. Los domingos por la mañana, si uno madruga, ve cómo se despereza Vetusta, y es un espectáculo que ni el tiempo, por frío que se nos haya puesto, puede quitarnos.

            El pasado domingo, desde primera hora de la mañana, las calles parecían aún más yermas que cualquier otro día. Les faltaban los elementos en la acera. La gente tomando un café y comentando el estupendo momento del Oviedo en Pamplona, la posibilidad de que Irán saque al mercado miles de barriles de petróleo o que la vecina del quinto se ha marchado con otro.

            La ciudad languidece sin terrazas y la hostelería se desangra. Se ha convertido en viral la foto de la sidrería “El gato negro”, un clásico centenario en Oviedo, que anuncia cómo ha de reducir su personal a causa de la nueva normativa. Seguimos viendo mesas vacías, toldos demasiado cortos, y gente pasando, eso sí, libremente, por una acera sin obstáculos, que ahora no nos lleva a ninguna parte.

            El debate está en la calle, pero no parece estar en el Consistorio. Uno lee que los que nos mandan dicen que ya se hizo en otras ciudades y no ocurrió nada, que la gente se acabó acostumbrando. Ya saben, algunos políticos claman siempre por la igualdad, que es en la pobreza para todos, en el bajo nivel de estudios universal y en fastidiarse del mismo modo. Que la cosa no te gusta, no se remedia, sino que nos fastidiamos todos, que para eso somos iguales.

            Ahora asumimos como normal (y lo es) que no se fume en los bares. Parecía imposible lograrlo, y fue un gran avance. Pero no olvidemos que apenas un año antes, el gobierno del nunca bien olvidado Zapatero, obligó a los hosteleros a “reconstruir” sus locales con espacios para fumadores. Tiempo después, esos locales reconstruidos y pagados no sirvieron para nada.

            Ahora la normativa vuelve a sancionar a los mismos. A los que se ganan la vida dándonos de comer y beber. Ofreciéndonos sus casas para reunirnos con amigos, trabajar en sus mesas u olvidarnos de lo que tenemos alrededor de la mano de sus licores.

            A esos a los que siempre se penaliza, al sector más activo en creación de empleo en este mal momento patrio. A esos, otra vez, son los que nos estamos cargando sin hacer nada por ayudarles.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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