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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

400 AÑOS DE UN MITO

400 AÑOS DE UN MITO

 

            Como ustedes saben, hoy celebramos el Día del Libro coincidiendo con el aniversario del fallecimiento de Miguel de Cervantes. También de Shakespeare. Quiso la diosa Fortuna que ambos falleciesen un 23 de abril de 1616. Pero no me pidan que hable de Shakespeare. No puedo, teniendo a Cervantes. Un mito patrio al que quizá nunca valoraremos como merece.

Cervantes es El Quijote y El Quijote es Cervantes. Publicó la obra siendo un viejo, enfermo y pobre, que ya no contaba con que el éxito le sonriese en modo alguno. Pero creó una obra maestra y pronto, en menos de un año, circulaban copias pirata por toda España y Portugal. Y pronto en tierras americanas. Fíjense si es actual que es el antecedente de la piratería intelectual.

El Quijote es la obra esencial de la literatura moderna. Es la primera novela que puede ser considerada como tal. Es todo lo que tenía que ocurrir y ocurrió. Es el compendio de la Historia y el adelanto de todo lo que vendría. Pero si estudiamos su contenido, lo que más nos llama la atención es la visión de un futuro incierto, que la hace aplicable cuatro siglos después.

Facebook y Twitter están llenas de citas de El Quijote, que todos hacemos nuestras en diversos momentos de un momento convulso de este país, un país de Quijotes y Sanchos. Gabriel García Márquez, cuando Bill Clinton le pidió alguna recomendación para gobernar el país más poderoso del mundo, le dijo: “usted lo que debe hacer es leer El Quijote. Ahí lo encontrará todo”.

Es la vida de un hidalgo que oscureció la vida de su creador. Un manco que no era tal, porque tenía mano, aunque fuera inútil. Un soldado que padeció cautiverio y fue recaudador de impuestos. Que tenía sus defectos y tuvo que huir a Roma para no pasar por la cárcel. Que fue apresado en Argel y nadie pudo pagar su rescate.

Alonso Quijano es el español del siglo XVI, del XIX y del XXI. Es Rajoy y Sánchez debatiendo para las elecciones del 20 de diciembre, cuando el presidente del Gobierno pierde el respeto por quien le falta. Porque ya decía el hidalgo que hay que distinguir una ofensa de una afrenta. La ofensa se perdona y se olvida. Pero la afrenta no. Contra ella solamente cabe el duelo abierto, como el de los candidatos a la Moncloa. Por eso no tenemos presidente cuatro meses después.

Es el que aplicamos cuando nos desprecian o nos insultan. Es el “ellos ladran, amigo Sancho, nosotros cabalgamos”. Es la posibilidad de no quedarse inerte ante lo que pasa alrededor. Ya saben “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia”.

El Quijote vive entre nosotros de un modo que no puede hacerlo ningún otro libro. Es la obra cumbre de un autor al que, paradójicamente, hoy no le daríamos el Cervantes. Porque la fina ironía está al alcance de unos pocos, y estamos demasiado acostumbrados a repetir nuestros errores y no nos gusta que nos enseñen.

Son las películas que se han hecho, los dibujos animados, los debates, las críticas, los estudios. Una obra universal que, cada día que pasa, consideramos más nuestra.

Hoy hace 400 años que se fue, entre sombras, el recaudador de impuestos, el soldado, el escritor, el maestro, nunca reconocido. El que se enterró en Madrid en las Trinitarias para agradecer que fueran a buscarle a Argel, cuando estaba a punto de morir.

Hoy homenajeamos al más grande. La duda es si es el autor o el personaje. Lo que no cabe duda es que todos tenemos mucho de ambos.

 

 

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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