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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

HAY UNA COMPAÑÍA AÉREA …

HAY UNA COMPAÑÍA AÉREA…

 

        Hay una compañía aérea que se nos vende a los asturianos como nuestro “enlace al mundo”. Que prometía, en sus presentaciones y en su publicidad, que conectaría esta pequeña región del norte con España, Europa y el mundo. Que nos sacaría del ostracismo al que estábamos acostumbrados, y que nos llevaría por los cielos del mundo. Que venía a apostar por Asturias. Que creía en esta tierra.

Eso, adornado con imágenes de los Lagos de Covadonga o los Picos de Europa, queda muy bonito. Uno piensa que por fin, por 100 € puede irse a pasar un fin de semana a Barcelona, o a las islas, o al Sur, porque ya contamos para alguien.

Esa misma compañía, que nos vendía el amor eterno, se cansó pronto de nosotros, y nos fue infiel. Nos engañó desde el primer día, nos traicionó como solamente se hace al enemigo, y nos abandonó a nuestra suerte en los aeropuertos de toda Europa.

El pasado fin de semana, fue un episodio más. En Barcelona, cientos de asturianos quedamos literalmente “tirados” por la compañía, a las 21.25 de la noche. Ya les había pasado a otros muchos el viernes, el sábado, y volvió a ocurrir el domingo. Al parecer, según me contaron en ese aeropuerto que se convierte en un lugar desolador cuando sabes que no vas a volver a casa y que no te van a ayudar a hacerlo quienes debieran llevarte, es sistemático que esta compañía, la que iba a enlazar nuestra región con el mundo, suspende el último vuelo de la noche con Asturias y, ahí te quedas.

Te ofrecen entonces vuelo alternativo. Pero el de las 7.30 está lleno, y el de las 12.15 también. Lo mejor es las 21.25 del día siguiente. Y, claro, con el riesgo cierto de que te lo vuelvan a suspender y pases otra noche más vagando por los hoteles.

Lo mejor que pudieron darte es un vuelo a Bilbao, la mañana siguiente, y de ahí a Asturias, a casa. Cuando ya no puedes más. Cuando llegaste a un hotel a la 1 de la mañana y volviste a las 7 al aeropuerto (pagándote un taxi, porque el autobús de la compañía te recogía a las 4.30), volaste a Bilbao y te metieron en un autobús, comentas con el conductor si va a parar en Oviedo y Gijón y te dice que no. Que no tiene autorización. Y te llevan al aeropuerto.

Se puede despreciar más aún a la gente, pero solamente queda escupirnos en la cara. Las chicas que, a mi lado, el pasado domingo, lloraban porque no podían llegar a las oposiciones de secundaria que habían estudiado durante los dos últimos años, ante la sonrisa falsaria de quienes las atendían, son el ejemplo de que nos humillan.

Pero es sencillo. Humillémosles nosotros. No volemos con ellos. No les voy a decir su nombre, porque uno que ya sabe algo de derecho a base de veinte años de ejercicio profesional, no quiere ponerles en su mano una demanda. Basta que miren este mismo periódico.

Los que humillan a los asturianos de este modo. Prometen e incumplen. Sonríen ante el llanto de aquellos a los que desprecian, no merecen más que nuestro desprecio.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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