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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

PRIMER MUNDO, TERCER MUNDO

 

            Como saben, estos días EEUU ha sido lamentable noticia. Algún desquiciado de esos que pueblan el país más poderoso de la tierra decidió poner una bomba casera en la línea de meta dela Maratónde Boston. Apenas sin recuperar el resuello una explosión en Texas deja muchos muertos y un sinfín de heridos. Un panorama dramático.

 

            Pero dos desastres en pocos días son capaces de venderse al mundo entero para demostrar que, pese a todo, la nación americana sale reforzada en situaciones similares, en lugar de verse dañada por los locos o los accidentes.

 

            Dos días después de la matanza del maratón, que podría haberse convertido en una masacre de magnitudes inenarrables,  a poco que el malnacido que la ideó hubiera tenido algo de capacidad para matar, la prensa americana, al unísono, narra el esfuerzo denodado de los participantes y espectadores por ayudar a las víctimas y heridos. La actuación impecable de los servicios de emergencia que llegan al lugar en minutos y conducen a los damnificados al hospital… En resumen, una vez más, cómo el pueblo americano es ejemplar y debemos aprender tanto de ellos para ser cada día mejores.

 

            Y no digo que no sea cierto. Que los transeúntes se hayan esforzado de modo notable, que nadie haya mirado por su vida sino por salvar a los demás, que los medios de emergencia hayan funcionado a la perfección …. Lo único que me da pena mirar para mi España. Si nos ocurre esto a nosotros, toda Europa nos estaría poniendo de vuelta y media. Nuestra prima de riesgo se dispararía. Algunos periódicos no perderían la oportunidad de criticar durante días a los servicios de emergencia (aunque con la tragedia del Madrid Arena reciente, probablemente lo merezcan), y otros, sin duda, hablarían de la responsabilidad de los gobiernos. El local por no prever correctamente, el autonómico porque la competencia delegada de la policía de la comunidad no actuó en tiempo y forma, y, finalmente, el del Estado, por autorizar semejante carrera, solicitando inmediatamente el cese del Delegado del Gobierno de turno (y del Subdelegado si lo hay) y entablando una lucha diaria, durante varias semanas, por echarle la culpa a alguien. Lo de menos es identificar a los desalmados que pusieron la bomba. Eso ya se verá en el juicio, años después, y a nadie parecería importarle. Lo fundamental es darnos entre nosotros. No sumar, sino criticar, mal endémico de la sociedad española que tantos disgustos nos ha dado, y del que no somos capaces de curarnos ni con la dura cataplasma de la realidad diaria.

 

            Así que nada, esa es y seguirá siendo la diferencia entre el primer y el tercer mundo. Allí se busca a los culpables. Aquí se expían viejas culpas, se buscan nuevas cuitas, se cobran deudas en pagarés ya vencidos.

 

            Hasta el día que aprendamos a mirar adelante todos juntos, no saldremos de eso que nos aprieta el cuello cada mañana. Y espero que no sea necesaria tragedia alguna para que nos demos cuenta. Una nación con una quinta parte de nuestra historia sabe hacerlo, así que si no hemos aprendido aún, a tiempo estamos de hacerlo.

 

            Y, para más INRI, las ollas express que estallaron en Boston,  eran de la marca FAGOR. ¡Tiene narices!. Hasta para esto tenemos que destacar.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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