Por María de Álvaro:
Andan los analistas políticos -que guapo tiene que ser, por cierto, ser analista político- revueltos a cuenta de la cazadora que le regaló Bush a su homólogo del United Kingdom. Están preocupadísimos porque, dicen, George W. quiso vengarse de forma irónica y sútil de Gordon Brown, que es un rojo y un pacifista de mierda. Lo dicen en su edición de ayer ‘The Times’ y ‘The Guardian’ y, no tan finamente, hasta el ‘Daily Mirror’. Lo dicen y se quedan tan tranquilos sin darse cuenta de que las cosas, casi siempre, son bastante más sencillas de lo que parece.
Bush, dicho sea con el respeto que me merecen los ciudadanos norteamericanos, incluidos los que le votaron, no quiso ser irónico ni sútil. Más que nada porque no sabe. Lo que pasó fue que los chavalotes estuvieron unos días en Camp David y al gran George no se le ocurrió mejor cosa que mandar al colega pa casa con un recuerdín. Y qué mejor souvenir puede haber en el mundo que una chupa de cuero con escudo presidencial… ya le hubiera gustado a Tom Cruise cuando era Maverick tener una de esas. ”Lo que va a vacilar en Londres con ella”, pensó él. Y venga, chupa de bombardero, y customizada y todo con su nombre.
Pues bien, parece que Gordon se la dejó olvidada en el avión de vuelta. Y parece también que esto está en vías de convertirse en una crisis diplomática porque la cazadora en cuestión es un símbolo. O sea, con ella puesta estás a favor de achicharrar Irak y, sin ella, no.
Pero no, hombre, no. Gordon se la dejó como se deja uno en casa de su abuela los tapetes de ganchillo que le tejió para el sofá nuevo. El chico no tiene la clase de Charles ni la de Hugh, no le llega siquiera a los picos del chaqué a Tony, pero es inglés. O sea, británico. Y un británico, salvo que sea un hooligan, jamás será un hortera. ¡Dios salve a la Reina!
Y un Bombay con tónica, please.