La estela que deja un barco de 120.000 toneladas es ancha e hipnótica. La vista queda fija en el agua batida igual que en las llamas de una hoguera. El mar se abre en mil olas, como revelándose mientras este mastodonte se atreve a cambiar el azul intenso del Adriático por el blanco y otros mil azules más.
La estela que deja un barco de 120.000 toneladas es la metáfora perfecta de lo que se va dejando atrás. Cerca del casco, el agua está revuelta, como loca, pero si miras un poco a los lados y si miras, sobre todo, a lo lejos, ves como recupera su forma y su calma.
La estela que deja un barco de 120.000 toneladas es una belleza. Como todo lo demás aquí, a pocas millas ya de Croacia, donde me he descubierto, por cierto, mirando a la estela del barco mientras se pone el sol y suena Eros Ramazzotti. Y lo peor es que me gusta. Me piace que lo flipas. Soy una hortera sin remedio. Es definitivo.