Dos machos han sido derrotados. Y léase macho según definición de la RAE en su primera acepción, o sea, “persona o animal de sexo masculino”. Sin más. Han sido derrotados, sí, que es lo contrario de triunfar, Furaco y Fernando Martín (y aquí léase el de Fadesa, no el jugador de baloncesto también conocido como el amor-de-mi-vida de la Obregón). Uno porque vuelve para Cabárceno sin haber cumplido misión y el otro porque vuelve para su casa después de lo mismo, sólo que con un agujero más grande. El del señor Martín se llama 5.100 millones de euros. El del señor Furaco, Paca y Tola. El oso lleva la herida en la honra; el hombre, en la cartera, que metidos en tantos gastos dicen que duele más.
Pero ninguno de los dos tiene de qué preocuparse. Furaco encontrará a otra osa que le quiera. Pasa siempre. Y Fernando Martín saldrá de ésta tan rico y tan ricamente. Pasa siempre también. Martín le pide ahora socorro al Gobierno y paciencia a los pequeños accionistas. Tiene gracia. En tiempos de vacas gordas nunca oí a un constructor decirle al Gobierno, un poner, ‘voy a hormigonar esta caleya y a hacer una autopista… Será por perres’. Y conste que no digo yo que tengan que hacer eso. Que las empresas -se sabe, se admite, se asume e incluso se está de acuerdo- están para ganar dinero. Pero esto otro tampoco. ¿O si? A lo mejor es que no tengo ni idea de macroeconomía. Ni de micro ahora que lo pienso.