Una de mis más-mejor-amigas sostiene que los tíos se dividen en tres categorías: a los que les pondrías la merienda, a los que les pondrías la cena y a los que les pondrías el desayuno. Mi amiga, que no come a mediodía porque su operación biquini dura 12 meses al año, sostiene que los de la merienda son chicos con cara de buenos, que además lo son, con los que puedes hablar de libros, del conflicto judeo-palestino y hasta de que te salió un juanete. Pero ella dice que con esa cara lo único que le sale es untarles una media noche con nocilla y, si acaso, acompañar con un vasín de leche. Los de la cena son otra cosa. Pueden tener cara de buenos y no serlo, o viceversa, pero también pueden ser lo peor y que no importe. Lo único imprescindible para los de la cena es que te rías. Lo demás ya se ve sobre la marcha. La tercera categoría es, naturalmente, la más difícil de encontrar. Rara avis, aviso. Porque viene a ser una combinación de la primera con la segunda pero sin tener nada que ver. No sé si me explico. Lo único que sé es que frente a la tercera subdivisión una (o uno, no faltaba más) puede darse por perdida.
Y tanto rollo para llegar a la conclusión de que a la teoría de categorías de mi amiga le falta una, la de los hombres a los que les dejarías tu baño. Yo voy a incluir en ella desde ya mismo a toda la Primera División de la Liga de Fútbol Profesional, si es que es así como se dice. Más que nada porque, después de ver esta mañana en El Comercio cómo van a ser los vestuarios provisionales del Molinón, los pobres van a tener que buscarse un sitio donde darse una ducha. Aprovecho estas líneas, de hecho, para dirigirme más directamente a Cristiano Ronaldo, recién abandonado por su novia. Cristiano, guapo, no hace falta ni que te traigas toalla. Parece, y esto ya no es un chiste malo como el anterior, que a alguien le ha pillado el Ascenso mirando para otro lado. Parece que el balón de la reforma del campo se nos va a colar por la escuadra. Y parece, encima, que será gol en propia. Digo parece porque yo de fútbol tampoco tengo ni idea.