De nuevo por razones laborales paso la semana en Bilbao y esta vez el trabajo es doble. Por un lado, el habitual, interesante para mí, puede que para mis compañeros y supongo que para nadie más, y, por otro, el extra, y éste sí compete a más personas, porque he de confesar que no me queda bilbaíno al que rogar. Y, aviso, mi cara de pena es difícilmente superable. Tengo el gesto perfeccionadísimo de puro abusar de él. La mala noticia es que en tres días no me he cruzado con un solo jugador del Athletic y, lamentablemente, los que juegan con el Sporting son ellos. A ver si hay suerte.
Yo, de momento, tengo el consuelo de quien jamás pierde la esperanza. Ese y el de la historia de un equipo de natural sufridor. Vamos que a estas alturas ya casi lo único que pido es que Barral no pille la gripe porcina. Y hablando de gripe porcina, dos cosas:
1. He dejado de ver los informativos (de leer periódicos no, que no tienen nada que ver, no faltaba más) porque me estoy volviendo algo hipocondríaca y veo mocos y dolores de cabeza donde sólo hay pocas horas de sueño.
2. Tengo que agradecer al virus que ataque menos a los mayores de 30. Ya era hora de que enfocar el camino a los 40 ofreciera algún tipo de ventaja.
PD. El Príncipe Felipe ha logrado que la Bruni se ponga tacones. Si yo fuera Sarko no volvía por aquí. ¿Y qué tiene esto que ver con el Sporting y/o con la gripe y/o, por precisar más, con la gripe del Sporting? Pues nada, pero es que me duele tanto la cabeza desde que contraje la porcina… Marcho a por unos kleenex y unas aspirinas.