A Clara le han traído los Reyes un (palabra ininteligible) de Caillou y a Hacienda (que somos todos), el Gordo de la Lotería del Niño. Parece que el número era feo (yo esto de los números feos y guapos no lo entenderé en la vida, a lo mejor es porque soy de letras) y por eso lo devolvieron. El caso es que Hacienda se embolsa gracias a la tontería más de cien millones de euros, y eso, tal y como debe estar Hacienda, que estará, digo yo, como estamos todos, es un lujazo. Así que hoy nos ha tocado la Lotería. Y a mí, que nunca me había tocado la Lotería, me ha dejado la cosa como si tal. Vamos que ni frío ni calor, que no siento nada. Puede que mi abuela tenga razón y esté ‘refalfiada’. O puede que no me emocione gran cosa porque yo a Melchor lo que le había pedido es tiempo. Y de eso sigo tan corta como ayer. O peor. Ays.