2,6 millones de espectadores siguieron ayer la final de Eurovisión en Televisión Española. Para la pública, un éxito. Para servidora, una preocupación. Y no porque el concurso me parezca completamente prescindible. Ni siquiera porque la canción seleccionada merezca que la SGAE pague a su autor con un billete lejos. Muy lejos y sólo de ida. Lo peor de esto es preguntarse ¿qué hacen 2,6 millones de españoles a eso de la una de la madrugada viendo la tele? Y, sobre todo, ¿qué hacen a la mañana siguiente esos 2,6 millones de españoles? O, mejor dicho, ¿qué tienen que hacer? Luego ya que llegue el tal Cobra y se líe a lindezas con el público pues, la verdad, no me extraña lo más mínimo. ¿No es eso lo que se lleva? ¿No mandan a tomar-por-culo al personal hasta los ex presidentes del Gobierno? Spain is different. Y la última en Eurovisión. Menos mal que da lo mismo.
PD. ¿Es José Luis Uribarri el primer afectado por el pensionazo?